«No es por descorazonar a nadie, pero el propio artículo muestra que en realidad las peticiones por change org y similares siguen sin valer para nada a nivel legal (cito: « Su petición empezó a crecer. A compartirse. A firmarse. En unas semanas, casi 100.000 personas la habían firmado. Aún con nervios y casi sin creerlo, Elena se plantó en el Ministerio de Educación para entregar las firmas al ministro. Wert nunca la recibió.»). Además, también por obvios motivos que ya he señalado muchas veces, pues las firmas de change org y similares no reúnen las cualidades jurídicas de autenticidad comprobable que requiere la ley 30 del 92.
Lo que ha valido en este caso, como también el propio artículo revela, ha sido ***el tesón infatigable de Elena para dedicarse a hablar con cada diputado, para promover información, para concienciar a la mayor cantidad de personas posible para que se cree una presión social en todas partes que finalmente conduzca a la resolución de los problemas***. ¡Bravo por Elena!
En ello estamos de muy diversas maneras mucha gente, más de la que se piensa y menos de la que hace falta. Lo lamentable es que no se resuelvan las peticiones populares simplemente porque es evidente que es razonable lo que se pide y que además es conforme a derecho. Incluso las iniciativas de legislación popular, habiendo alcanzado el número de firmas requeridas por norma, pueden ser, igualmente por norma, ninguneadas en todo su derecho por el presidente del gobierno. Así pues, la inteligencia y eficacia de Elena se ha basado en la presión social buscando directamente contactos y apoyos en las personas de los diputados y responsables. Que nadie se equivoque y por ello se extravíe.» [Agustín Barahona]
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