Una protesta sólo es un hazmerreir si no es atendida y no se contesta con extorsión.
Por eso es más eficaz algún tipo de huelga.
«Queridos estadounidenses:
En toda protesta social subyace la cándida e ilusa asunción de que el receptor de la misma no sabía que aquello por lo que se protesta existía o era importante y se protesta para hacérselo conocer.
Pero la realidad es que cuando llega el punto de una protesta social –llámesele manifestación, sentada, etc– es porque antes ya se ha llegado al paroxismo de la desatención por parte del destinatario a pesar de haber agotado todos los medios legales para que fuera atendida la lógica petición. Por lo tanto, toda acción civilizada para pedir cosas a gente incivilizada o canalla está condenada de antemano cuando menos al más absoluto de los fracasos.
Es mucho mejor iniciar la ofensiva siempre con algo que convierta al secuestrador en secuestrado para que reflexione, si es que puede, o para que reaccione de inmediato dejando de producir el daño porque el daño que produce quede así ligado al daño que le están produciendo. Es como en aquél chiste de uno que va al dentista y cuando está ya con la boca abierta tumbado en la camilla le agarra al dentista por los testículos y le dice «¿verdad que no vamos a hacernos daño?».
La historia, la experiencia y la lógica nos muestran que, desgraciadamente, si no hay daños vinculados mediante una extorsión aquél que ya ha dado muestras de inhumanidad y de no querer resolver el problema porque no le conviene resolverlo no va a mover ni una pestaña por nosotros y sólo va a jugar con nuestro tiempo y energías dando largas y prometiendo resolver el problema un día de estos, en el mejor de los casos.
No hay más remedio que agarrarle por donde más le duela. Siempre.» [Agustín Barahona]
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