«En nuestro mundo actual, el método científico, que es el que, aunque no nos demos cuenta, seguimos psicológicamente en la elaboración de certezas todos los seres humanos –por eso del estudio de ese proceso se llegaron a establecer las bases del procedimiento correcto en la ciencia–, es el que gobierna todos los ámbitos de extracción y sistematización de conocimiento eficiente con el fin de ser conscientes mejor de la realidad y poder aprovecharla en nuestro beneficio como humanidad.
En este escenario no parece que la filosofía, antigua pariente directa de la ciencia –de hecho el nombre de la ciencia parece haber sido originalmente en los tratados Philosophia Naturalis Scientiae, pero por metonimia terminó por llamársele únicamente con la última palabra—, que le dió origen, tenga ya mucho que hacer, salvo quizá la propia epistemología, que sigue siendo la que determina los mejores caminos para poder adquirir cada vez más un conocimiento más certero en función de los propios avances que en retroalimentación realiza la propia ciencia, epistemología que se ha sistematizado de tal modo que actualmente podría ya ser considerada o bien por derecho propio como una herramienta de la propia ciencia, como lo es la lógica-matemática, o bien como una ciencia del método en sí misma.
En el mundo pragmático actual casi podemos decir que los aspectos antiguamente considerados filosóficos han quedado relegados a los campos que la ciencia habitualmente no estudia por estar ocupada en otras cosas, no que la ciencia no pueda o deba estudiar –como si la filosofía se dedicara ahora a las migajas que deja la ciencia–, y la propia filosofía moderna en su desarrollo académico en nuestros días ha llegado a exigirse a sí misma para su propia certeza de conocimiento –como era lógico y coherente– prácticamente los mismos requerimientos que la ciencia se exige a sí misma –cualquier filosofía moderna que de hecho no lo haga puede considerarse pseudofilosofía, que desgraciadamente abunda mucho más que la pseudociencia–. Nos preguntamos si ha sido más para salvar su puesto académico en el mundo o por una situación de intracoherencia
En este panorama recién expuesto, nos preguntamos si tiene algún sentido plantear como algo realmente útil el estudio de la filosofía de la música como se hacía antiguamente, teniendo en cuenta que existen campos tecnológicos y específicos tan múltiples y desarrollados en la ciencia de la música, la musicología, que hacen que no parezca tener sentido. ¿Son acaso sólo pseudofilósofos los que aún buscan el nicho de la filosofía de la música sólo para sus réditos personales?» [Agustín Barahona]
Véase el posible debate sobre este particular en MC&C.
Tienes que Iniciar Sesión