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¿Qué enseñanza de composición musical ‘industrial’ se está ofreciendo? - marzo 28, 2014 por Agustín Barahona

«Por la información que algunos alumnos aportan acerca del tipo de composición musical –que poco o nada tienen ni de composición ni de musical– que se está enseñando en algunas cátedras de esta asignatura, no es de extrañar que los estudiantes se la planteeen como algo que se puede hacer industrialmente sin ninguna calidad, intentando venderse en competición mercantil al mejor postor pisando a los demás para llegar el primero a la subvención o al amiguismo y sobrevivir.

Y esto se fomenta así porque como en esos casos debido a la falta de calidad los resultados caóticos son injuzgables no hay forma de elegir una farsa sobre otra y se utilizan criterios extraartísticos, con lo que se favorece las posiciones de ministros de presunta educación que sólo entienden el arte, en el mejor de los casos, como actividad de una cámara de comercio y mercachifleo si les ayuda al aborregamiento de la población.

Lo tragicómico es que algunos profesores de este circo encima se quejan de sus recién mencionados resultados sociales, a pesar de lo esperables. Y, señoras y señores, la triste realidad es que o bien se rechaza en su totalidad el sistema que produce dichos resultados caóticos y farsantes o bien se acepta sin rechistar y se asumen las lógicas consecuencias.» [Agustín Barahona]

Excusas de las producciones sonoras cacofónicas o caóticas para justificar su desagrado - marzo 28, 2014 por Agustín Barahona

«Los creadores de producciones sonoras cacofónicas o caóticas que habitualmente pretenden hacerlas pasar por música clásica suelen excusarse diciendo que si al público no les gustan sus creaciones no es porque les sean desagradables sino porque el desagrado proviene de que ‘están mal tocadas’. Es una de las muchas excusas recurrentes que se aplican invariablemente –independientemente de que estén mal o bien tocadas en realidad– aprendidas del excusario de los maestros de todo este tipo de producciones.

En este caso el artífice originario fue Schoenberg, que decía exactamente eso. Gèrard Genette lo menciona en su libro de 1994 L’Oeuvre de L’Art: Immanence et Trascendence. En su traducción anglófona de 1997, página 102, cita las palabras de este músico: «My music is not modern, it is merely badly played» (mi música no es moderna, está simplemente mal tocada). Genette bromea diciendo que seguramente para Schoenberg el único modo de que  su música no sonara mal era que sólo él la oyera perfecta en su cabeza.

Con la pléyade de grandes instrumentistas que desde mediados del siglo pasado se han acercado curiosos a la obra de Schoenberg para interpretarla y hasta grabarla con todo cuidado –como por ejemplo el genial Maurizio Pollini, escrupulosamente fiel a la partitura– me temo que la excusa ya no funciona. Y lo peor que puede ocurrirle a un creador de producciones sonoras cacofónicas o caóticas es que se las interprete un genial instrumentista, porque se queda sin una de las más recurrentes excusas.

Por supuesto, siempre le quedan otras decenas, como por ejemplo decir, como en el cuento de Las nuevas ropas del emperador de Hans Christian Andersen, que sólo los que no son unos incultos o no son tontos pueden gustar de esas cosas. Pero con tantos músicos cultos e inteligentes en la Historia –y en nuestros días– que junto con el gran público no gustan ni han gustado de ese tipo de producciones me temo que ninguna de todas esas otras posibles excusas cuelan ya, después de más de 100 años de comprobar día a día su falsedad.» [Agustín Barahona]

¿Qué hay tras las conferencias del TED? - marzo 18, 2014 por Agustín Barahona

«Una de las cosas que llaman poderosamente la atención es que la práctica totalidad de lo que los conferenciantes del TED (Technology, Entertainment, Design, organización, de membresía carísima, económicamente elitista, que tiene como fin difundir «determinadas» ideas para cambiar el mundo, aunque no permiten discutir la dirección de ese cambio, que viene impuesta) afirman de un modo tan artística y emotivamente estudiado –y adiestrado– en sus charlas es fácilmente refutable. Sin embargo las conferencias no admiten allí debate alguno y la mayoría de los seguidores se traga los contenidos sin espíritu crítico, como si se tratara de grandes verdades reveladas de la nueva era o algo parecido. Es decir, las conferencias y lo que en torno a ellas se organiza no están planteadas como un modo para dilucidar hacia dónde deba cambiar el mundo o para mejorar dialécticamente las ideas de cada temática a partir de la contraposición y análisis de todas las mejores ideas, sino que están para generar una corriente de opinión, una ideología, que es la que sustenta y subyace el TED, organización que mueve muchísimo dinero y que usa internet y las redes sociales para viralizar su ideología. Por favor, que nadie se confunda y lo tenga siempre en cuenta.» [Agustín Barahona]

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