«Queridos catalanes ilusos y engañados:
De verdad, queridos amigos, con la mano en el corazón, no creáis que no os comprendo o no os comprendemos. ¿A quién no le gustaría creer en los contenidos de una desiderata maravillosa? Pero el fondo de la cuestión no es lo que deseamos sino si debemos o no desearlo o si podemos o no confiar en que pueda ser posible. Y para eso sólo puede venir en nuestro auxilio la razón, que es el único mundo donde podemos tomar decisiones. La división nunca ha estado en el camino de la suma ni de la integración funcional. ¡Tot el contrari! Y eso es lo que es independizarse: dividir, restar, desintegrar. ¿Qué otra cosa si no podría ser?
Describir una realidad insultante no es insultarla, es sólo identificarla mediante palabras para poner los medios de ser consciente de ella y poder así conseguir que pueda dejar de ser insultante, queridos amigos. Hay que hacer todo lo que esté en nuestra mano para no extraviar a la gente, por la responsabilidad que, aunque sólo sea como educadores –padres y profesores–, tenemos en nuestras manos. Siento vuestro dolor, el que os arrastró originalmente en vuestra vida a tomar las malas decisiones, como si fuera el mío propio. Y precisamente por eso quiero contribuir a mitigarlo con una dosis de la mejor medicina que existe: la realidad.
No sé si os fijasteis, pero uno de los actos públicos callejeros en favor de la DUI se inició con la canción de John Lenon Imagine para así generar un ambiente emotivo favorable al discurso buenista que luego se iba a dar. Sin embargo para mi resultaba paradójico que un acto en favor de la celebración de un acto violento de separación pudiera ser precedido, como símbolo, de una canción cuya letra habla de la desiderata de la paz y la Hermandad Universal sin Fronteras [!!!]. Las personas que, como educadores, estamos acostumbradas a la necesidad de tomar decisiones correctas para poder mejorar el mundo –humildemente y en la medida en que podamos– nos damos cuenta de inmediato de todas las contradicciones racionales, puesto que de eso depende la posibilidad de elegir realmente con libertad, de tener el conocimiento necesario y entrenado para distinguir lo correcto y completo de lo incorrecto e incompleto de inmediato. Si no nos mantenemos en ese plano de la realidad, donde todo tiene un sentido contrastable, la posibilidad de que alguien se nos lleve tras melodías hechizantes como a los ratones del Flautista de Hamelin es más que posible.
Queridos amigos: Sed racionalistas –con erre–, volved a la realidad. Sé, sabéis, que será ahora muy duro, pero es lo que mejor y más honesto podemos desearos fraternalmente, porque os necesitamos para combatir la tremenda injusticia de este mundo, todos juntos. No les hagáis el juego a los que nos quieren débiles y separados porque saben que es su única oportunidad para sobrevivir en el fango porquerizo en el que viven y al que quieren arrastrarnos.
Sed libres: Conoced la realidad.» [Agustín Barahona]