«Para poder apreciar en cualquier medida los contenidos de un mensaje el receptor del mismo debe conocer el significado de las unidades mínimas con que se transmite, así como las reglas de formación de construcciones distintivas con esas unidades –o sea, debe conocer vocabulario y gramática–. Por muy estético, emotivo o conmovedor que sea el contenido de un mensaje si el receptor no conoce el lenguaje con que está formado es imposible que pueda llegar a percibir su belleza, emocionarse o conmoverse.» [Agustin Barahona]
Christian Roca Romero: Suponiendo que la belleza sea lingüística o que se tenga que transmitir a través del lenguaje. Una montaña es bella y no nos lo transmite mediente el lenguaje jajaja
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Juan Luis Martínez: No sé…que la montaña es bella está ya en tu código. Si me pregunto por qué lo es concluyo que es algo bastante burdo, unos pliegues brutales, etc. y deja de estar como bella en mi código… Para reflexionar.
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Christian Roca Romero: Si pero para mí lo es y no me lo dice por lenguaje si no por la vista igual que la música lo transmite por el sonido… no ? No hace falta » lingüisticar «la belleza no ?
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Juan Luis Martínez: No hace falta, pero es interesante intentar objetivar los mecanismos de la percepción de la belleza en el arte, que creo que va en la línea de lo que propone Agustin. Yo sigo sin ver que una montaña sea bella, y si fuera Bach y os oyese decir que una fuga es bella…lo de bello…en fin.
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Agustin Barahona: Vamos por orden 🙂 La belleza no necesita ser lingüística –según los estudios neurológicos y del cerebro existen una serie de patrones comunes en los seres humanos que nos permiten percibir las mismas regularidades e interpretarlas como belleza (es decir, Juan Luís tiene razón al decir que eso va ya en nuestro código), pero ése sería un tema completamente distinto a este debate– pero de lo que yo hablo no es eso, estimado Christian. Hablo de cuál es el proceso mediante el cual las cosas significan para nosotros ***en los actos de comunicación*** –***la naturaleza no animada y no intencional queda, por tanto excluída***– y de cómo ese proceso debe existir para que podamos percibir el contenido del mensaje, sea éste el que fuere. Creo que estás de acuerdo en ello, pues te he leído escribir «No se siente si no se entiende de alguna forma.» Es a eso, precisamente, a lo que me refiero, grosso modo. ***Todos los procesos de transmisión de información son lingüísticos*** –la lingüística (luego discutiré este nombre), por cierto, es la ciencia que estudia cómo significan las cosas, sin excepción, y el cerebro los percibe e interpreta mediante su competencia lingüística–. Una de las funciones de esa competencia es la musical –los paleontólogos y neurólogos explican que originalmente casi todas nuestras capacidades de comunicación estaban reunidas en funciones muy simples que las abarcaban casi todas a la vez y que el habla y el canto, la lengua y la música, se fueron poco a poco especializando desde el lenguaje primitivo, pero que en realidad son un único «organo» por así llamarlo–, pero prácticamente la totalidad de nuestros medios de percepción del universo son procesados por estas competencias cerebrales. Como he dicho en otros muchos sitios, incluso las patologías que afectan al habla tienen la misma naturaleza que las que afectan a la comprensión musical, afasias y amusias, respectivamente –y muchísimas otras igualmente paralelas, por ya obvios motivos en el siglo XXI–, pues los mismos órganos y funciones cerebrales se ocupan de esto. Hay algunos que para distinguir los objetos con que se maneja el cerebro dan distintos nombres a las capacidades resultantes –semiótica, por ejemplo–, reservando el término lingüística sólo para lo relativo a las lenguas, pero el cerebro procesa todo ello con los mismos sistemas de interpretación tanto a nivel neuroquiímico como a nivel neurológico general. A mí particularmente me da igual como se denomine a esta competencia cerebral siempre que se aclare desde el principio, como yo he hecho. Si os gusta más la denominamos semiótica, que también, en este caso, abarcaría todos los procesos de semiosis del lenguaje de las lenguas o idiomas. Sin embargo me parece más correcta la denominación de lingüística porque la semiótica no abarca, técnicamente hablando, la semántica y la lingüística sí. Recordad pues que, en su acepción generalista y científica, la lingüística no se ocupa sólo de las lenguas naturales sino de toda producción realizada con las funciones lingüísticas del cerebro. Chomsky et al. andan ahora reformulando estas cosas y creo que hacen bien, por lo explicado.
Bien, referido y aclarado todo esto, efectivamente mi objetivo, como dices, Juan Luís, es intentar objetivar muy básicamente de modo lógico con la información de las ciencias sociales y neurociencias esos procesos por los que las cosas significan. Como previo, hay pues que distinguir siempre, como he dicho antes, entre arte y belleza. La belleza no es intencional –los códigos para percibirla por lo visto vienen de serie en todo ser humano, como capacidad, aunque el descubrimiento de la misma en el universo es un proceso que puede llegar a ser infinitamente complejo en determinados extremos– porque no es resultado de procesos realizados por seres animados y el arte siempre lo es, justo porque requiere de los seres humanos. Si todo esto lo tenemos claro como bases será fácil continuar. Cuidado, porque tanto lo que percibe la vista como lo que percibe el oído o cualquier otro de los 9 sentidos diferenciados que poseemos está finalmente codificado por el modo en que el cerebro lo interpreta –recuerdo, por ejemplo, que el sonido en realidad no existe, pues es sólo una interpretación de una determinada banda de frecuencias vibratorias por parte de un sentido y el cerebro– y esa interpretación ***nunca es caprichosa, sino sistemática***. Por lo tanto, insisto, todo es lingüística en lo referente a cómo interpretamos las cosas. Espero haber ayudado a enfocar más y mejor lo expresado en mi cabecera.
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Christian Roca Romero: Si…pero la belleza es un tema peliagudo y entenderla…
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Agustin Barahona: No pretendo hablar o que se hable de entenderla. Sólo de cómo funcionamos y de cómo hacemos los seres humanos para que las cosas signifiquen y cómo sin que ese método natural sea compartido por emisor y receptor no puede haber el mismo proceso de semiosis que nos permite poder interpretar inmediatamente el mundo y generar una compleja cosmovisión que a su vez es relacional, acumulativa, recurrente y generalmente satisfactoria en balance. Si quien escucha o quien percibe no puede comprender el significado o la significancia de lo que se emite es virtualmente imposible que se pueda generar un efecto de agradabilidad. Al contrario, generalmente la sensación psicológica de no poder comprender en un contexto donde deberíamos poder genera una sensación de estar siendo burlados y de, por tanto, rechazo.