«Una de las cosas que llaman poderosamente la atención es que la práctica totalidad de lo que los conferenciantes del TED (Technology, Entertainment, Design, organización, de membresía carísima, económicamente elitista, que tiene como fin difundir «determinadas» ideas para cambiar el mundo, aunque no permiten discutir la dirección de ese cambio, que viene impuesta) afirman de un modo tan artística y emotivamente estudiado –y adiestrado– en sus charlas es fácilmente refutable. Sin embargo las conferencias no admiten allí debate alguno y la mayoría de los seguidores se traga los contenidos sin espíritu crítico, como si se tratara de grandes verdades reveladas de la nueva era o algo parecido. Es decir, las conferencias y lo que en torno a ellas se organiza no están planteadas como un modo para dilucidar hacia dónde deba cambiar el mundo o para mejorar dialécticamente las ideas de cada temática a partir de la contraposición y análisis de todas las mejores ideas, sino que están para generar una corriente de opinión, una ideología, que es la que sustenta y subyace el TED, organización que mueve muchísimo dinero y que usa internet y las redes sociales para viralizar su ideología. Por favor, que nadie se confunda y lo tenga siempre en cuenta.» [Agustín Barahona]
Hay conferencias del TED que es especialmente incomprensible que mucha gente se las trague sin la más mínima crítica, como las de Sir Ken Robinson. Generalmente Robinson sólo conferencia allí porque sabe que ningún colega va a poder replicarle. Pero Robinson no es el único ejemplo.
Cualquiera que se haya fijado se ha dado cuenta además de que todas las conferencias están hechas para captar adeptos no desde la razón, como podría ser esperable en temas que son propios de la intelectualidad, sino desde la euforia causada por la emotividad de una cuidada selección de ideas sesgadas rechazando gran parte de la verdad que no se quiere que se tenga en cuenta: la que invalidaría o pondría en duda toda la corriente de opinión e ideología que se quiere generar. Es decir, lo que se cuenta ni es la verdad ni es toda la verdad ni es nada más que la verdad.
De ahí que el TED se haya planteado como conferencias –donde, por cierto, gestos, comentarios, tono de voz, etc, pueden controlar e influir mejor los ánimos del público– y no como, por ejemplo, un Journal o una publicación periódica donde los mejores científicos y especialistas del mundo escriben artículos abiertos a los que todo el mundo, principalmente los verdaderos expertos, pueda contestar siguiendo unas sencillas reglas de publicación.