«Si es que es posible ser estrictamente democrático e intentar ser a la vez inteligente, coherente y consecuente, jamás deberíamos votar a facciones o ideologías que ya hubieran demostrado estrepitosamente su fracaso en la historia. Por lo tanto, está claro que sea lo que sea lo que haya que hacer no es votar a ideologías históricas fracasadas manifiestas sino buscar nuevos métodos de organización social que garanticen la construcción diaria hacia el bien común, controlada realmente por la ciudadanía, sin falsas representaciones inútiles de inútiles.» [Agustín Barahona]
En las circunstancias actuales, los afiliados al PP están infiltrados en todas partes como si fueran gente enfadada con el partido gobernante incitando a que la gente no vote para supuestamente así deslegitimar los resultados electorales. Pero hay que recordar que aunque votara un porcentaje ínfimo de españoles el resultado podría volver a dar mayoría absoluta al PP si el resto de los ciudadanos no acérrimos a ese partido no votara porque los afiliados al PP siempre votan a su partido, como si de un club de fútbol se tratara, pase lo que pase, se destapen los escándalos que se destapen y se muestre su delincuencia juzgada por jueces donde se muestre.
Por ello, me temo que la única solución provisional en tanto no se cambie el sistema de raíz es votar a un partido muy minoritario, cualquiera, que no sea ni nacionalista, ni PP, ni PSOE, ni IU y variantes ni UPyD ni ninguno de los tristes protagonistas activos presentes o históricos de la así llamada política actual en las cámaras. De ese modo esos partidos se harían de repente mayoritarios y al menos se terminaría el bipartidismo.
Nunca debe hacerse caso a ese argumento falacioso que dice –lo dice el PP y el PSOE, por supuesto– que es mejor PP o PSOE porque «son partidos acostumbrados ya a gobernar», porque es como aceptar que «más vale lo malo conocido», lo cual no siempre es cierto y en caso de política tiende a ser siempre falso porque es eso precisamente lo que evita que lo bueno, lo que jamás ha mostrado fracaso histórico alguno, pueda alguna vez tener la oportunidad de gobernar.
Votemos pues a cualquier partido minoritario cuya ideología y programa electoral puedan parecernos realmente interesantes y demos una oportunidad así –al menos una oportunidad– a que el panorama político cambie radicalmente.