«En junio de 2012 se aprobó que los diputados españoles pudieran votar por internet en determinadas condiciones, para facilitarles su derecho a voto. Poco tiempo después, en 2013, se hizo lo mismo para los senadores. Incluso está implementado hace tiempo la posibilidad de que cualquier ciudadano, bajo determinadas circunstancias restrictivas, pueda votar por internet con certificado electrónico asociado a su DNI o con la clave de tramitación telemática CTT, y empresas de sistemas inalámbricos como Ruckus Wireless ya tiene analizadas las condiciones necesarias para votar con seguridad mediante nuestro smartphone, tablet u ordenador. Varios son los países en que hace tiempo que se vota por internet, como India, Estonia, EE.UU. o Suiza, donde, en este último, la facilidad del medio permite una democracia directa y participativa. Entonces, la pregunta obvia es por qué restringir esa posibilidad, ya real desde hace mucho tiempo, a sólo unos casos y no permitir que todo el mundo pueda votar por internet. Y teniendo en cuenta que, lejos de haber algún problema técnico que lo impida, disponemos de todos los dispositivos necesarios y fuimos los proveedores de medios y seguridad informática en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2012 para que aquellos ciudadanos pudieran ejercer su derecho al voto por medio de internet — gracias a la empresa española SCYTL–, la respuesta obvia es que a algunos no les interesa que todos los españoles tengan las necesarias facilidades para votar porque imaginan que, de tenerlas, los votos finales podrían desplazarse hacia sectores que a ellos no les convienen. Y, por supuesto, están en su legítimo derecho a imaginarlo.» [Agustín Barahona]
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