¿HAY ALTERNATIVAS POLÍTICAS A LOS PARTIDOS QUE GOBIERNAN EN EL CONGRESO?
«Hace poco bromeaba sobre el nuevo nombramiento de Pedro Sánchez Pérez-Castejón en la situación tan difícil –84 diputados de entre 350 y un panorama territorial y psicosocial endiablados– en que ha resultado su moción de censura contra los que se creen dueños del cortijo, creyendo que sólo ellos son España, y que de ahora en adelante harán la oposición desleal habitual a la que nos tienen acostumbrados cuando están en la oposición a pesar de que la justicia los va poniendo en su sitio. Nada nuevo.
Yo decía en facebook: Bienvenido, nuevo gobierno del doctor Sánchezstein. Esperemos que usted y su criatura se alejen del gobierno Mengele anterior y un buen amigo me contestaba: Ya no sabemos si elegir la horca o la silla eléctrica. Y es que en esta frase mi amigo caricaturizaba aguda y conscientemente una situación de pensamiento que ya habíamos comentado con anterioridad: para la mayoría de la gente ésta es una reflexión real, seguramente porque desconocen la realidad reflexiva. Me explicaré.
Dejo a un lado de momento el que para mí la democracia no ha sido ni será jamás la mejor forma de gobierno, habiendo formas de gobierno que habitualmente vienen funcionando en el mundo desde hace mucho tiempo y que demuestran ser mucho más eficaces y humanas que la democracia. Por ejemplo, la gnoseocracia –o epistemocracia, aunque no son exactamente iguales–, una de cuyas formas menores rige la ciencia, necesariamente, es un modelo de funcionamiento que aplicado a la sociedad tendría consecuencias beneficiosas desde el primer momento en que se instaurara como eje central de un país, aunque tiene el problema de que para poder disfrutar de sus beneficios tendría que ser un país que necesariamente tendría que tener una alta formación lógica y filosófica y un acceso auténticamente garantizado a la realidad de cómo funciona el mundo. Para ello nos hace falta aún mucha educación, educación, educación.
CASI EL 100% DE LOS MALES QUE NOS AFLIGEN SE DEBE A LA IMPOSICIÓN DEL GOBIERNO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
También dejo de lado un momento la obviedad de que casi el 100% de los males que nos afligen se debe a la imposición del gobierno de los partidos político como presuntos –falsos– representantes del pueblo –pónganse a pensarlo detenidamente y se darán cuenta de que es así en prácticamente todos los casos–, autenticidad de gobierno que no se sostendría siquiera en una representación esquemática en un teatro de guiñol, pero al cual los guiñoles representativos que le han anexado permiten que hagan todo tipo de teatros necesarios para ocultar una realidad que ataca y mata poco a poco a la sociedad mientras ésta se queja sin hacer absolutamente nada y los partidos políticos gobernantes actúan con desvergüenza robándole toda posibilidad de dignidad y futuro. Así es como funcionan realmente los partidos políticos: para sí mismos, como núcleos de poder y mafia clientelar, y así se lo facilitan las propias leyes y el sistema. Por ello, una de las primeras soluciones a nuestra situación actual se abordaría suprimiendo a los partidos políticos como supuestos representantes del pueblo, ya que actualmente no hace falta alguna porque todos podemos usar la internet y, por lo tanto, cabemos en el congreso y en las cortes como legítimos depositarios del Poder Legislativo que esta democracia nos robó. Pero, a pesar de estas obviedades de fácil revelación y comprobación, el pueblo español sigue prefiriendo ser gobernado por partidos –cuando no cortesanamente por reyes– que no sólo no le representan sino que harán todo lo necesario por pervivir, aunque eso suponga la defenestración del futuro de España y de todas las vidas y futuros de los españoles, como si los ciudadanos españoles estuvieran completamente quebrados y hubieran perdido ya toda capacidad de reacción inteligente y eficaz. Así pues, tenemos lo que nos merecemos.
Centrémonos pues en el aquí y ahora, en el tipo de cesto que podría hacerse con estos mimbres de los que ya disponemos.
A tenor de cómo funciona el país, me da la impresión de que la mayoría de la gente no se toma la situación política, ni la política misma, con la seriedad que deberían tomársela. Aún sigue primando el Viva el Betis manque pierda –del que ya hablé hace muchos años en las redes sociales– como lema de afección doméstica a los partidos políticos, que se toman así equivocadamente como entes futbolísticos a los que afiliarse y que se juegan sólo el ganar un premio económico u honorífico en un solo día, en lugar de los entes vampíricos de poder y dinero que realmente son y que se juegan supuestamente en nuestro nombre el todo del país cada segundo porque se supone que dichos grupos deben estar dirigidos y realizados por manos expertas en saber qué es lo mejor para todos en cada momento y contexto y cuyos componentes humanos, sin embargo, habitualmente no llegan ni a los requerimientos mínimos para ser mercachifles de feria. O quizá, como última posibilidad por justificar esta invivible situación, la pasividad se debe a que creen que la política no es cosa de los españoles sino de los que se dedican a la así llamada política, cuando la realidad es completamente al revés, dado que no existe civilización alguna donde todas y cada una de las personas que la componen o compusieron no ejercen una importante presión en la determinación de los caminos por donde la fuerza creativa y solucionadora de problemas pueda fluir con libertad generando nuevos y eficaces mañanas.
A LA INMENSA MAYORÍA DE LA GENTE NO LE IMPORTA CONOCER LA POSIBLE EXISTENCIA DE SOLUCIONES MEJORES
A raíz de todo esto, me da también la impresión de que a la inmensa mayoría de la gente no le importa conocer la posible existencia de soluciones mejores que aquellas en las que malvive porque no se lee los programas electorales que aportan todos los grupos que optan a unas elecciones generales. Quizá porque piensan que ellos ya «son» de su partido doméstico de toda la vida, lo haga bien o mal –igual que en el fútbol, lo cual muestra que no han comprendido nada acerca de cómo funciona el mundo–, o bien porque creen que los múltiples partidos pequeños que nunca han gobernado no van a saber enfrentarse con el poder, pensamiento erróneo que garantiza que se perpetúe la situación equívoca, puesto que los partidos pequeños seguirán siempre siendo pequeños y sin haber gobernado nunca si no se les da una oportunidad para probar que pueden, saben y quieren hacer lo que publican en sus programas electorales.
Y creo que es aquí donde reside el problema conceptual de la idea de las posibles alternativas que hay al gobierno de los partidos que están representados en el congreso de los diputados –además por mor de un muy injusto sistema de adjudicación de votos y escaños que debería haberse derogado ya hace muchísimo tiempo–. Desde el punto de vista práctico, no es muy difícil gobernar un país, ya que el simple seguimiento al pié de la letra de las normas junto con un vigilante asesor jurídico –y el propio gobierno los tiene siempre actuando y a disposición– permite poder hacerlo y prácticamente cualquier persona que sepa leer y entender un BOE puede gobernar un país. Así que no es ése el problema. De esto se colige que tampoco puede ser un real problema la supuesta necesidad de experiencia de gobierno previo, como dicen los que ya están en el gobierno, pues si fuera un requerimiento real nunca se habría podido poner en marcha el sistema de gobierno de los partidos, porque el primero no habría tenido experiencia de gobierno. Así que no, no es ése tampoco el problema. Tampoco podría serlo el tener una formación específica para las tareas de gobierno a la luz de la comprensión de los problemas internacionales, porque, una vez más, si esto fuera cierto no habría podido haber nunca un primer gobierno y, además, en estos momentos en que escribo este pequeño artículo hace ya mucho tiempo que existen las carreras y doctorados de las así llamadas Ciencias políticas y las más recientes llamadas Relaciones internacionales, por lo que tampoco puede ser éste el problema.
¿Cuál es pues el problema? Lo diré sin ambages: ninguno.
LA DIFICULTAD DE ÉXITO DE UN PARTIDO MINORITARIO SE DEBE EXCLUSIVAMENTE A LA PROPAGANDA NEGATIVA DE ESE ÉXITO QUE HACE EL PODER
Dejando de lado que aparentemente no podemos optar todavía a una epistemocracia o gnoseocracia; dejando de lado que aún seguimos usando a los partidos políticos como supuestos representantes de nuestra voluntad –a pesar de que los partidos políticos son la ruina más absurda e innecesaria que haya tenido jamás España– sin que paradójicamente exista ninguna norma que les obligue a realizar tal representación contractual, a pesar de lo fácil que sería ya prescindir por completo de dichos partidos y con el dinero público que recuperaríamos poder así incluso jubilarnos a los 60 años y tener la posibilidad de superávit; dejando de lado que por el momento parece difícil que haya un partido político sólo construído para recuperar el Poder legislativo en la ciudadanía, asesorada –nunca representada– por juristas contratados, y para abolir a los partidos políticos –lo cual sería perfectamente posible–; dejando de lado todo esto por el momento, digo, la supuesta imposibilidad de que gane o pueda ganar un partido minoritario se debe exclusivamente a la propaganda negativa que de esa posibilidad hacen quienes están ya en el juego del poder optando a su ejercicio.
Pero ese poder endemoniado basado en nuestra credulidad e inacción podría ser fácilmente destruído con muy poco. Bastaría con revisar en cualquiera de las elecciones todos los programas electorales haciéndonos con ellos un cuadro comparativo y a partir de dichas promesas seleccionar nuestro voto en el mejor –y por ello más realizable– programa electoral de todos, independientemente de que votáramos al partido más pequeño del mundo. Porque no es lo populado de un partido lo que permite que éste pueda gobernar adecuadamente, sino su dominio sobre el medio y los conocimientos que pueda tener para urdir las soluciones adecuadas, incluso fruto ya de la experiencia de otros muchos países que pasaron antes por problemas parecidos, teniendo una vía constantemente abierta con la ciudadanía que en su experiencia directa es quien puede, por lo general, aportar las más rápidas y mejores.
Si participando en el juego democrático, después de haber revisado puntillosamente todos los programas electorales –y las capacidades reales mínimas de quienes proponen realizarlos–, todos votásemos a quienes ofrecen la mejor solución porque conocen el mundo en que viven y los medios a su alcance para remediar las malas o incorrectas situaciones sería muy probable que cuanto más y mejor formados estuviéramos más coincidiríamos todos en las mismas soluciones y, por tanto, en los mismos partidos. Y todos saldríamos beneficiados y saldríamos por fin del círculo vicioso de los engaños constantes a los que permitimos que nos sometan, por nuestra falta de compromiso con la realidad.» [Agustín Barahona]
Véase también:
¿Puede el número dirigir por encima de la razón?: el engaño de la democracia.
No hace falta bola de cristal para saber cómo será la siguiente hedionda legislatura
Diseñar un nuevo país no es difícil si hay voluntad real de justicia y eficiencia.
Hay que cambiar urgentemente el sistema partitocrático – Agustin Barahona
Sras y Sres: Hay que conseguir que las Cortes… – Agustin Barahona
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