«Como decía Platón hace 2500 años: la suma de ignorancias no la la sabiduría. Basta un sólo razonamiento correcto contra los del resto de millones de personas si son incorrectos para acercarse más y mejor a la verdad. Pero ese presunto razonamiento correcto debe poder demostrarse que lo es, cosa que cualquier pensador acostumbrado a pensar correctamente es perfectamente capaz de mostrar de inmediato y sin error alguno ni vicios de la argumentación.» [Agustín Barahona]
José Manuel Baena: Es justamente lo que opinan los que no creen en la democracia… Me explico, la opinión de la mayoría no tiene porque ser la correcta, es sólo su forma de ver la vida.
—
Agustin Barahona: Nadie dice que no, Jose Manuel. Lo que se dice es sólo lo que se dice, exactamente, ni más ni menos 😉 Lo razone quien lo razone –no es una opinión sino un razonamiento– son correctos todos los contenidos sapienciales de la cabecera de este hilo.
—
Santiago Urbana: Es malo no creer en la democracia?
Otra cosa. Y si con su forma de ver la vida la mayoría se equivoca entonces, úséase, si su forma de ver la vida es incorrecta, qué hay que hacer?
Nos aguantamos todos aunque lo sepamos?
—
José Manuel Baena: No, sólo se aguantan menos que si se hace otra cosa y se tienen que aguantar más 😉
—
Agustin Barahona: ¿Qué otra cosa, José Manuel? Porque no creo que si la otra cosa –sea lo que sea– fuera mejor o más correcta o más completa dirías eso, ¿verdad? Si alguien por miedo se niega a cambiar lo que se reconoce como malo o incorrecto se arriesga a corromperse y corroerse así para siempre e incluso a la posibilidad de ir empeorando entrópicamente con el paso del tiempo. Si la humanidad hubiera aplicado siempre como norma el refrán de «más vale lo malo conocido» ni siquiera estaríamos en las cavernas: aún no habríamos llegado a ellas.
—
Agustin Barahona: Desde mi humilde punto de vista, y contestando a tu pregunta, Santiago, lo que yo creo que es malo es simplemente «creer» en aquellas cosas en las que uno no debería creer sino pensar, reflexionar, meditar, analizar, sintetizar, concluir, resolver, etc. Personalmente ni creo en la democracia ni dejo de creer en ella. Considero que es la Educación, el Conocimiento Verdadero –que no es, en absoluto, sinónimo de erudición, pero que lejos de rechazarla la utiliza como un banco más de datos– lo que puede transformar el mundo.
—
José Manuel Baena: Por supuesto Agustín, estoy de acuerdo con tu razonamiento. Sólo quería hacer ver el peligro que puede suponer (para algunas personas, claro) el creerse en posesión de la verdad. Lógicamente tiene todo el derecho (casi la obligación) de convencer a los demás, y cuando sean mayoría (y sólo entonces), se podría cambiar la situación. Pero la frase «no se debe confundir la verdad con la opinión de la mayoría», aunque cierta en sí misma, puede corromperse si no se usa siguiendo cauces democráticos (y razonamientos demostrables, como tú bien expones en tu primer comentario).
—
Agustin Barahona: Estimado José Manuel, en todo caso podría corromperse «su interpretación» –ahora veremos, no obstante, si es posible–, como todo lo corruptible, pero no la frase en sí misma. La frase en sí misma me parece impecable –por cierto, no es de Cocteau originalmente sino que cita las ideas de Platón–. Así que cuando alguien corrompa su significado, cosa que no he visto que nadie haya hecho aquí, nos dedicaremos a hablar de ello. Mientras tanto sigamos con el debate. La frase, como decía en mi primer mensaje, sólo afirma lo que afirma, o sea, que no hay que llegar a pensar jamás que porque una mayoría «opine» algo ese algo deba ser necesariamente cierto. No creo que de ello puedan derivarse fácilmente corrupciones. Veamos, como tú pareces creer que sí ¿podrías ponernos un ejemplo de una interpretación corrupta que se siga directamente de esa frase y sólo de esa frase para que así podamos todos comprenderte mejor?
—
José Manuel Baena: No hay debate, pues la frase es irrefutable. Sólo aportaba algunos puntos de vista. Yo estaba pensando en temas de política, que no se rigen por verdades demostrables, sino por costumbres, preferencias, ideologías, y en ese punto entraríamos en el terreno de la opinión que no es el caso.
—
Agustin Barahona: Entonces, estimado José Manuel, eso que llamas «política» no lo es: es «post-lítica», como lo llamo yo –véase mi nota al respecto–. La verdadera política sí ***«se rige»*** por razones y argumentos demostrables.
—
Agustin Barahona: El tiempo no es eterno para cada ser humano, aunque siempre ha habido gente que, por vivir cómodos, se han tomado las cosas con una calma tal que ha podido parecérselo y haber parecido indolente, en esa espera, ante el injusto sufrimiento de los demás. Muchas veces la historia no ha esperado para ponerse en marcha a que todo el mundo estuviera de acuerdo, porque el dolor y la miseria no esperan y si son éstos los que provocan las revoluciones suelen ser menos lógicas e indoloras que si las producen los que saben cómo hacerlas sin causar daño activo alguno por su parte –el daño pasivo siempre se produce: incluso si te dan tu puñetazo en la cara y tú no respondes el que te lo dió se hace mucho daño en el puño, pero tú no se lo produjiste–. Cuando en la historia se han producido avances políticos auténticos siempre ha sido o bien porque esas personas buenas e inteligentes con ideas correctas para el avance de todos han intentado convencer argumentalmente a las mayorías y lo han logrado –las menos veces, casi nulas, porque para ello esa mayoría debería estar impecablemente educada y para ello tendría que haber querido y podido estar perfectamente educada, cosa que por lo general no es así– o bien porque sabiendo que tenían razón y que el resultado del cambio sería una notable mejoría ***para el bien común*** han optado por cambiar la historia sin contar con todos aquellos a los que en ese momento no les convenía que fuera cambiada porque estaban muy a gusto como estaban mientras el resto del mundo lo pasaba injustamente mal.
En nuestro mundo actual cualquier revolución debe poder ser para mejorar a todos en el punto más alto del bien común que se pueda y del modo más justo mediante un sistema de normas –que atiendan las necesidades justas de todos– que ni sean perversas ni permitan perversión alguna y mediante un sistema de control de esas normas en las que participe la ciudadanía al completo a través de sus instituciones _ad hoc_. Eso, en primer lugar, garantizaría que los que vivieran antes de los demás abusivamente ya no podrían seguir haciéndolo y que tendrían que pagar todos sus delitos, como el resto de la población, por ejemplo. Y eso tendería a erradicar la miseria, el hambre, la injusticia, la ignorancia y el sufrimiento que dan todas ellas. La mayoría de la gente que me sigue en facebook ya ha podido leer en múltiples ocasiones lo que he dejado escrito al respecto del tipo de nuevo sistema general que propongo para que desaparezca por completo éste que nació corrupto desde sus propios inicios.
En la historia, cuando personas buenas, inteligentes y bienintencionadas han ideado cosas que mejoraban el bien común y tras explicarse e intentar educar a los que iban a ser receptores de esas mejoras han visto que no sólo no se les ha entendido sino que han sido rechazados, generalmente ***no*** han optado por dar una segunda oportunidad a esos receptores ignorantes o faltos de voluntad de comprender o con otros intereses interferentes –la mayoría de las veces–. Han emigrado y han dado esas ventajas de su inteligencia a otras gentes más proclives a escuchar y con mejor formación para entender. Y han obrado así no por arrogancia o altanería, sino porque, como decía al principio de este comentario, como son inteligentes saben que el tiempo no es eterno para cada ser humano y no pueden sentarse a esperar a que los comprendan mientras intentan educarlos y no se dejan. La historia tiene su propia velocidad, como resultado de todos estos movimientos sociales lógicos, y quienes no se suben a tiempo al carro de la historia… lo pierden y acaban por desaparecer como agentes de la historia. No es ni la primera ni la última vez que sucederá.
Un abrazo.