Escritos relacionados con el humanismo y los valores humanos.
Escritos relacionados con el humanismo y los valores humanos.
«Me pregunto quién evaluará a los evaluadores y a los evaluadores de los evaluadores y a los…. pues parece ser que el gobierno español quiere ahora cambiar el que los funcionarios (docentes o no de carreras musicales, pero también de éstas) sólo sean despedibles si incumplen las normas. Aunque disculpen que me ría de esto, porque los primeros que las incumplen con descaro y provocación son los gobiernos españoles, y, sin embargo, a los funcionarios que las cumplen y que denuncian que sus jefes o sus cadenas de mandos las incumplen intentan expedientarlos
El Consejo de Ministros español ha aprobado un anteproyecto de ley de Función Pública de la Administración General del Estado por la que los funcionarios (docentes o no de carreras musicales, pero también de éstas) podrán ser despedidos de su puesto dependiendo de sus resultados en evaluaciones de desempeño. Si es así, sólo queda ya desear a los que les toque sufrirlo que se encomienden a «la Fuerza» de George Lukas, porque lo van a necesitar en los nuevos escenarios cada vez jurídicamente más y más inestables y dependientes de la opinión de turno de algún incompetente intocable.
El gobierno español se excusa diciendo que lo que quieren en realidad es incrementar
«la productividad del sector público y se premiará de esta manera el talento de manera progresiva. Es decir, que no solo baste con aprobar unos exámenes en una fecha dada, si no que haya que luchar el puesto día a día. Además, se pretende así, poner en marcha un relevo intergeneracional de una Administración bastante envejecida en comparación con el resto de la UE.»
Dejando aparte el que si de verdad les preocupara la comparación con la UE tendrían que haber empezado antes por cientos de cosas mucho más evidentemente necesarias y urgentes en el día a día de una sociedad, esto que ahora dicen como idea está muy bien, diríamos todos, ¿verdad? Pero como no dicen cómo van a ponerla en práctica de modo que el resultado sea justo… se va a quedar tan sólo en una bonita idea más de las que habitualmente tienen unas funestas consecuencias, ya que sólo podrán aprovecharla los jefes y directores que tengan una enemistad especial con algún pobre funcionario, pues si no hay que demostrar nada entonces nada se le puede reclamar al directivo que se supone que lo que hace sólo es fomentar la calidad
Señores del gobierno español, si de verdad quisieran «fomentar la calidad» lo primero que habría que hacer es garantizar legal y ejecutivamente que ese tipo de directivos y acciones directivas no puedan existir nunca y que cualquier movimiento o hecho que se pretenda premiar o sancionar en el funcionariado sea manifiesta y jurídicamente demostrable sin tener el funcionario que conseguir demostrarlo gastándose el dinero que no tiene en los tribunales en caso de que no tenga formación en Derecho para poder defenderse o defender el Derecho de su estamento académico o laboral.
Me pregunto, por ejemplo, cómo podrían poner en práctica esta «genial idea» ya simplemente en el funcionariado docente, sea o no de carreras musicales, porque para poder ponerla allí en práctica el grado de dominio científico demostrable sobre todas las variables que intervienen activas en la educación tendría que ser de Premio Noble [sic]. En fin…»
[Agustín Barahona]
Léase: El Gobierno aprueba el anteproyecto de Ley de Función Pública para modernizar la Administración y reformar el sistema de empleo público
«Al contrario. La Belleza no es nunca refugio: es más bien un dragón que hay que domesticar, un pasaje que hay que aprender a cruzar. La Belleza profunda es lo único que en nuestro camino puede llevarnos totalmente a un estado de ebriedad esencial hasta hacernos olvidar quiénes somos. Es lo único que puede hacer realmente que vibremos tan intensa y desgarradoramente hasta el grado de destruirnos. Por eso puede ser muy peligrosa, dependiendo de cómo se conciba o de cómo nos relacionemos con ella.
Para todo ha de estar preparado el ser humano, pero nada comparable a lo necesario para poder enfrentar la Belleza»
[Agustín Barahona]
«Si realmente nos paramos a pensarlo muy despacio y tenemos en cuenta todo lo que hasta ahora conocemos no ya del universo, sino de cómo funciona la realidad, es muy difícil, si no imposible, poder contestar afirmativamente a la pregunta del título de esta entrada. Uno pensaría entonces lo que todo ser humano ha pensado cada vez que se ha enfrentado a este mismo problema: ¿y dónde queda entonces nuestra sensación de que en realidad somos libres?
Pensemos que cualquier combinación de elementos que fuera necesaria o esencial para que algo en concreto se produzca requiere exclusivamente de ese mismo número de elementos para que el efecto del sistema sea exactamente el mismo en su propia identidad. Y simultáneamente sabemos que hay cosas intrínsecamente imposibles.
Pero –podríamos contestarnos resistentemente a nosotros mismos– nuestra sensación de libertad no es sólo una sensación, sino que en la práctica diaria vemos que tenemos a nuestra disposición una aparentemente infinita gama de posibilidades para elegir, posibilidades que son precisamente las que nos dan esa sensación de que la libertad existe. Pero ése es precisamente el quid questionis, simplemente nos la dan porque no conocemos, o no tenemos en cuenta, que la gama de posibilidades para conseguir algo no es, ni puede ser nunca, infinita, precisamente por lo que decíamos en el párrafo anterior de esta reflexión.
Incluso aunque las posibilidades para cada posible consecución fueran muy grandes en número, del orden de 10 elevado a 100 –un uno seguido de cien ceros– estarían predeterminadas por tratarse de cosas que ya están en el universo, incluídas las regularidades que las gobiernan y que llamamos leyes, y por lo tanto, todas las posibles combinaciones, eficientes o no, ya estarían predeterminadas.
En consecuencia, nuestra sensación de libertad es sólo una ilusión producida por nuestra ignorancia de cuántas y cómo son las posibilidades reales para conseguir algo, y, a la vez, por nuestra ignorancia de cuáles son las únicas cosas posibles en nuestro universo. Todo ello está preconfigurado, prelimitado por las propias cualidades inherentes a la materia que constituyen sus propias regularidades y posibilidades de relación, las conozcamos todas o no, y, por tanto, amigos, me temo que nuestra realidad es determinista.
¿En dónde pues estaría la verdadera «libertad»? Precisamente en saber que el universo es determinista y en conocer todas sus posibilidades para formar y conformar las cosas, pudiendo dentro de estos caminos posibles predeterminados elegir el nuestro, incluso aunque sepamos que algo hace que esa posible elección esté igualmente predeterminada dentro de un conjunto posible de elecciones predeterminadas y cuya última selección puede haber sido realizada dependiendo de niveles de variaciones de elementos micrométricos de la realidad con influencia pertinente –teoría del caos– aparentemente inmedibles en estos momentos.
No existe ni puede existir ningún tipo de libertad, aparentemente ilusoria o no, sin un verdadero conocimiento de la realidad.»
[Agustín Barahona]