«No hay que dar mucha importancia a la cuestión de en dónde ven «arte» algunas personas.
Por una parte no todo el mundo sabe lo que es el arte en el sentido grande y antiguo de la palabra, es decir, ese tipo de producción de una civilización que queda inmortalizado por el tiempo como digno modelo de ser imitado y que cala y emociona proundamente al ser humano hasta catartizarlo haciéndolo mejor. Mucha gente confunde el concepto principal de arte al que acabo de aludir con el otro concepto, el de arte como maña, que es a lo que se refieren cuando se habla del «arte del verdugo», por ejemplo. En este último sentido es donde quizá algunos puedan pensar que podría acercarse el significado de «arte» para las sádicas matanzas de los pobres toros, pero me temo que tampoco, porque incluso el verdugo, en su savoir faire procura que el reo de muerte sufra lo menos posible y en ello está su arte, su pericia y su dignidad. Justo lo contrario que la vil tortura tauromáquica.
Por otro lado, la gente, como digo, es capaz de ver arte en cualquier parte, lo cual no quiere decir que sea una visión universal real o sana, puesto que hay muchas parafilias y enfermedades bien descritas, tanto individuales como fenómenos sociales, que pemiten incluso cosas tan raras como que el ácido sulfhídrico pueda oler agradablemente a algunos [!], que ruidos inconexos puedan ser llamados «música culta» [!!] o como que despiadadas e inhumanas masacres de animales puedan ser consideradas «fiesta nacional» [!!!]. Hay gente que refiriéndose a estas mal llamadas «fiestas» dice que ellos son «superiores a otros» porque en ellas son capaces de «trascender hacia «cosas que otros no alcanzan a percibir». Pero al fin y al cabo, como digo, hay gente que es capaz de trascenderse a mundos extraños y arrobarse emotivamente ante la percepción de una simple defecación expuesta en un museo, heces a las que llaman y consideran «arte». ¿Qué mejor elocuencia?» [Agustín Barahona]
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