«Al contrario. La Belleza no es nunca refugio: es más bien un dragón que hay que domesticar, un pasaje que hay que aprender a cruzar. La Belleza profunda es lo único que en nuestro camino puede llevarnos totalmente a un estado de ebriedad esencial hasta hacernos olvidar quiénes somos. Es lo único que puede hacer realmente que vibremos tan intensa y desgarradoramente hasta el grado de destruirnos. Por eso puede ser muy peligrosa, dependiendo de cómo se conciba o de cómo nos relacionemos con ella.
Para todo ha de estar preparado el ser humano, pero nada comparable a lo necesario para poder enfrentar la Belleza»
[Agustín Barahona]
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