«Si en algún momento alguien considerara como posible que extrañamente pudiera haber motivos para poder aceptar siquiera la posibilidad de existencia de un dios la idea sería insostenible, pues nadie podría definir con éxito comprobable que la esencia privativa y, por tanto, distintiva, de ese supuesto ser fuera la que quisiera proponérsele, ya que todas ellas serían fácilmente refutables, como hasta ahora lo han sido. Un dios no tiene ni posibilidad ni sentido ni necesidad alguno contra la propia existencia comprobable y estudiable del universo.»
[Agustín Barahona]
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