«Aunque suene hilarante, por si acaso existen, una sugerencia para aquellos políticos que realmente estén interesados en no sacar beneficios esquilmando la naturaleza (…también) (!). Que se instituya una norma por la cual cada vez que un bosque o terreno forestado sea quemado sea imposible que nadie pueda recalificarlo ni construir en él en al menos 70 años (o el tiempo medio que tarda en alcanzar el estado de plena madurez el árbol quemado allí de más largo proceso de crecimiento). De este modo no sería deseable para nadie quemar bosques, porque no podrían sacarle partido recalificando los terrenos para construir en ellos, ya que la naturaleza podría tener tiempo para regenerarse y neutralizar así la típica excusa actual de «este terreno ha quedado inservible para la reforestación y el único modo de aprovecharlo es recalificarlo». Además, que a los pirómanos y a sus cómplices se los obligue a reforestar palmo a palmo la superficie quemada, bajo vigilancia de la autoridad competente, como redención a su crimen, aunque les lleve el resto de su vida, y a no poder tener patrimonio alguno que no dediquen exclusivamente al pago de dicha reforestación.» [Agustín Barahona]
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