LA MUERTE DE LAS VANGUARDIAS DEL SIGLO XX

¡¡¡Nuestra más cordial bienvenida!!! Todos podéis proponer cuantos temas de debate juzguéis interesantes para el Foro y podéis invitar a cuantos amigos consideréis necesario e interesante para desarrollarlos. Otro tema que propongo para analizar concienzudamente y desarrollar es el contenido del siguiente artículo de D. Claudio Uriarte, acerca de «LA MUERTE DE LAS VANGUARDIAS DEL SIGLO XX», tal como él mismo lo denomina:

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Hitler, Lenin-Stalin, Theodor Adorno, el Pacto de Varsovia, el Muro de Berlín y la liquidación del Estado del Bienestar intervienen decisivamente en esta historia. También lo hacen compositores, exilios, equívocos, oportunismos económicos, narcisismos académicos y una ideología supuestamente revolucionaria, pero nacida de una aristocracia desclasada. Este artículo presenta además una noticia: las vanguardias musicales del siglo XX han muerto. Por ahora, se trata del secreto mejor guardado por el Establishment musical en la Argentina. Esta nota aspira a explicar porqué. REBELION EN LA MUSICA CLASICA


Miguel Baselga: «la vanguardia hoy sólo sobrevive en los países que mantienen los subsidios» (sic). No vamos a citar nombres pero esta frase da pié a otro debate netamente español: el estallido de la burbuja musical. ¿Quien le pone es cascabel al gato?


Agustin Barahona: Me ha hecho gracia la descripción, Miguel. Muy acertada. Pero es verdad, hay mucho que hablar acerca de este tema y mucho que confesar por parte de determinados sectores de la sociedad que describían la suntuosidad, estilo y suavidad del maravilloso traje del rey… que iba desnudo en realidad.


Agustin Barahona: Luis Ángel, bienvenido y muchas gracias por el experimento con resultados tan patentes como esperables. Buenísimo. Yo tengo también una anécdota a este respecto. Tengo un antiguo amigo que trabaja en una empresa para mantenimiento de aire acondicionado en grandes superficies, teatros, etc. En el Reina Sofía los llamaron una vez hace muchísimos años para reparar uno de esos aparatos. Fueron, desmontaron uno de los filtros y lo colocaron en el suelo mientras iban a por el repuesto. Cuando volvieron se encontraron que había un corro de gente alrededor haciendo comentarios sobre la expresividad y fuerza de aquella genial obra. Mi amigo me dijo que se acercaron al filtro vestidos con el mono de trabajo y se lo llevaron y, mientras lo hacían, la gente del corro, sorprendida, se quedaba inmóvil haciendo pequeños giros sobre sus pies para hacer como que estaban allí mirando a otra parte


Agustin Barahona: Con el fin de que se pueda luego encontrar mejor el material referido a cada tema voy a copiar el URL aportado por Luis Luis Ángel de Benito aquí http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded…

El buscador en ARCO

Meten un cuadro pintado por niños de 2 años y la gente opina sobre la angustia existencial del autor ¡No os lo perdais!


Agustin Barahona: En pocas palabras, creo que habría que denunciar siempre la farsa, la haya donde la haya, y de ese modo sería mucho más difícil que hubiera burbujas repletas de anhídridos sulfídricos por todas partes que pudieran estallar en un momento inconvenientemente fétido. Por ejemplo, mientras que en la Música Clásica a nivel profesional existen criterios claros de calidad que se enseñan en los conservatorios, en la así llamada música de vanguardia…. ¿cómo se mide o medía la calidad? Aparentemente todo valía si era presentado en el entorno adecuado –véase el ejemplo de Arco que nos ha traído Luis Ángel de Benito– de la corte del rey desnudo subvencionista, pero …¿era así? El temor a parecer un ignorante o a ser señalado negativamente por el estatus de poder –que llegaban a decir que si no te gustaba la «música» de vanguardia era o porque le tenías «miedo» o porque eras un ignorante inculto o estabas de psiquiátrico, por muy extraño que parezca (y aún los retazos de ese tipo de inquisidores siguen diciéndolo, a pesar de que la mayoría de la gente ya se da cuenta de que en todo caso quien podría ser candidato a un psiquiátrico es quien afirma que lo feo le gusta y que a quien no le guste debe hacérselo mirar)– es uno de los elementos principales que han sostenido básicamente la farsa y que tanto daño ha hecho en el progresivo alejamiento de la música culta –usurpado en parte su lugar por este tipo de experimentos durante largo tiempo– con el Gran Público, que aunque dejó de asistir en gran número a las salas de concierto seguía comprando verdadera música clásica en discos y luego CD y DVD porque disfruta de ella como de ninguna otra cosa en el mundo. Este vacío de promoción de la verdadera Música Clásica en los medios de poder ha producido que sea llenado –la naturaleza aborrece el vacío– por el fomento de la música de consumo o comercial que ha producido generaciones de personas con menos de los recursos formativos que aporta la educación en la Música Clásica. El artículo de Claudio Uriarte es muy bueno porque analiza muchos de los factores de diversa índole que han participado en la farsa psicosocial de la que hablamos y por eso lo he traido a colación como inicio de un debate especialmente interesante y que espero que sea de vuestro interés y que sirva para ***una verdadera reflexión seria sobre la naturaleza del problema para poder evitar todo lo malo que contenga de cara al futuro en que ya estamos comenzando a vivir***.


Agustin Barahona: Con el fin de facilitar la localización de las respuestas las copio todas en el hilo a cuyo debate aportan participación, rogándoos que continuéis este debate aquí y agradeciéndooslo de antemano.

==========Joan Grimalt===============:

A mí me parece que las vanguardias también han tenido o pueden tener su función y su lugar. El problema viene cuando se les pide algo que no corresponde a sus objetivos.

Sería igual de injusto que pedirle que «innove» a una obra que pretende seguir el clasicismo de Beeth. (p.e. la primera de Brahms), o a una obra que pretende gustar (p.e. Capriccio de Strauss).

Además, me parece que ver a Schönberg y cía como vanguardistas, metiéndolos en el mismo saco que Boulez, Stockhausen o Xenakis es precipitado. Ellos no tenían esa intención, desde luego. Y la mayor parte de su obra se puede escuchar desde la tradición expresionista, partiendo de Mahler, Strauss, Zemlinsky, Schreker. Hoy día esa continuidad queda mucho más patente que 100 años atrás, donde era fácil escandalizarse de las disonancias y huir despavoridos. Lo que pasa es que requiere un esfuerzo y un afecto por ese mundo.

========Luis Ángel de Benito=============:

Es cierto, Joan. Yo creo que nadie dice que estrangulemos a las vanguardias. Tienen su espacio propio, como el badmington, el cultivo del bonsai, el bridge, el punto de cruz y los viveros del cangrejo de Halloween. A las minorías étnicas hay que respetarlas siempre y ofrecerles sus oportunidades. Yo sólo me quejo de la hipertrofia de la vanguardia: que una minoría imponga su religión y demande nuestro dinero para mantenerse. Es la actitud de los hutus en Ruanda.

Y por supuesto que Schoenberg no es Boulez. ¡»Boulez ha muerto»!… Las fronteras del expresionismo a mí me son muy, muy atractivas, incluidas las primeras de Schoenberg (pese a sus limitaciones musicales). Pero, demos las vueltas que demos, la sima entre creador y público se consagra con la atonalidad. Atonalidad es el problema. Es cierto que el público ha estado renuente a la evolución siempre, pero 20-30 años después ha tragado. Sin embargo el problema es que con la vanguardia/atonalidad llevamos ¡¡103 años!! Y el público no traga ¡¡incluso en la era de la información!! El público culto no traga la atonalidad excepto en peliculas o en ballet, que es muy efectiva y está muy bien. Conclusión: la evolución del lenguaje tenía un límite, y a partir de ahí la verdadera evolución ha venido por otros parámetros: mestizajes, lo popular urbano, lo anti-intelectual…

El error de Occidente -o de la Academia- ha sido pensar que la evolución viene por lo intelectual, que los intelectuales hacen avanzar el arte, y que «la canalla» no está a la altura. Y ése es un concepto de la Ilustración que ya no funciona en el mundo actual. Por supuesto que los ilustrados y sus bisnietos tienen un poco de razón (el intelectual está más equipado que «la canalla» para ciertas cosas), pero convertir eso en totalitarismo es el error.


Agustin Barahona: Luis Ángel de Benito previamente había aportado el ya referido enlace al experimento sobre ARCOS, del siguiente modo:

===========Luis Ángel de Benito==============:

Bueno, yo de la mayor parte de las vanguardias sólo digo esto: El buscador en ARCO (Meten un cuadro pintado por niños de 2 años y la gente opina sobre la angustia existencial del autor ¡No os lo perdais!)


Agustin Barahona: Yo no creo que sean las «vanguardias» lo que permite innovar, si por innovación nos referimos a «superación» o «evolución», porque una vanguardia supone siempre, por su concepto etimológico, un ataque contra algo, un romper, un destruir, y todas las innovaciones deben ser fruto de una profunda reflexión para poder superar y mejorar la eficacia de los medios para conseguir los fines. Y si por innovación no nos referimos a superación o evolución entonces estaríamos hablando de conseguir fines u objetivos nuevos y verdaderamente nunca he visto definidos estos presuntos nuevos fines u objetivos. ¿Cuáles serían? Hace tiempo escribí «En el Arte, como en todas las cosas importantes de la Vida, no existe verdadera superación si, gracias a un imprescindible previo estudio y comprensión profundos de aquello que se va a superar, tanto en significado, uso y función, no se demuestra a través de los resultados finales el haber perfeccionado la eficiencia del medio para obtener los objetivos. De otro modo no existe superación, sino en todo caso innovación o alteridad.» El público siempre estará renuente a cualquier variación que no pueda percibir como mejoradora de la eficacia de esos objetivos comunicativos o que no pueda percibir como innovadora de algo que le sea agradable o necesario –y en estos últimos casos la inercia natural de la renuencia suele durar poco–. Cuando esta renuencia dura más de un siglo no podemos ya hablar de renuencia sino de repugnancia. A lo feo no se lo teme o se huye despavorido de ello (como desde las vanguardias se solía decir): se repugna de ello y se lo repele. Cuando algo huele mal uno no tiembla por ello sintiendo el peligro de un ataque o algo semejante: se lo aleja o se hace todo lo posible por no tener que soportarlo.

Creo que a partir de sus escritos y declaración de intenciones sí que se puede hablar de las características comunes de los vanguardismos. No obstante, no creo que la intención que alguien declare tener sea el único medio para permitirnos formarnos un concepto. Hitler no tenía intención de pasar a la historia como un genocida de ideas descabelladas y podemos declarar sin temor a equivocarnos que es lo que de hecho fue, independientemente de sus propios conceptos e intenciones. Otro tema aducido habitualmente es el de que determinados autores pueden ser contemplados no como vanguardia sino como expresionismo, o sea, la prevalencia de la visión interior del artista enajenándose de toda otra consideración –lo que, por cierto, llevado a sus extremos permite el autismo–. Es decir, un cambio de nombres en el caso que nos ocupa puesto que, tal como apunta Luis Ángel, el problema no es ya que se intentara acabar con un movimiento estético con siglos de perfección, sino que aquello con lo que se pretendía sustituirlo, el atonalismo por el atonalismo en sí, la falta total y calculada de referencia tonal como un totalitarismo impuesto, es algo que impide que el público pueda conectar con la transmisión del mensaje, pues no es algo para lo que el ser humano esté preparado para entender o percibir espontáneamente, como sí lo está para la belleza y para el arte que utiliza esas capacidades innatas en el ser humano participando del lenguaje psicosocial que le permite entenderlas o percibirlas sin ninguna explicación.


Agustin Barahona: Hay muchas ideas muy interesantes en el artículo de Uriarte y muy bien sintetizadas. Por ejemplo: «Totalitarismos políticos y vanguardias musicales […] parten de la superstición de que lo nuevo ha de ser necesariamente bueno».


Miguel Baselga: ¿quien dijo aquello de que quedan muchas cosas por componer en Do Mayor? Creo que fue Schönberg pero no estoy seguro


Agustin Barahona: Yo lo había oído de Prokofiev. Pero es igual quién lo dijo, lo que importa es que es verdad. Tan verdad como que aún quedan por escribir obras maravillosas en Español y no hace falta inventarse nuevos idiomas personales –e incluso idiolectos en ellos– para eso.


Agustin Barahona: Algunas otras de las interesantes reflexiones que menciona Uriarte:

«[los dodecafonistas/atonalistas] necesitaban inventarse una legitimidad, precedentes y un pasado, porque sus operaciones los llevaban a un vacío y asimismo nacían de un vacío.»

«la vanguardia habrá innovado mucho en escritura y técnica, pero suena como el equivalente musical de un campo de concentración cercado por kilómetros de alambre de púa.»

«Los dodecafonistas [postulaban una utopía], componiendo para el «futuro» y lamentándose de que el presente no los comprendiera. Sin embargo, el presente tenía una muy buena razón para no comprenderlos: que su música era fea. La utopía dodecafónica fracasó por lo mismo que se hundieron la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia: porque a la gente no le gustaba.»

«Si Hitler no los hubiera perseguido, los vanguardistas musicales […] hubieran desaparecido ante el desinterés del público […] Implícitamente, todo no fue más que un pacto de farsantes.»

«[totalitarismos y vanguardistas] nacieron de la ambición utópica de construir sistemas enteramente nuevos después de hacer tabula rasa y de arrancar toda raíz vinculante a un pasado que consideraban irremedianlemente podrido»

«[el aparado de Estado de Shönberg] fue un nuevo sistema compositivo basado en los 12 semitonos de la escala […] cuyas credenciales revolucionarias se autentificaban con la experimentación dictada por el propio método, que desalentaba las repeticiones y las consonancias.»

«[Schönberg] solía decir [en serio] que «el panadero del futuro silbará en series dodecafónicas»»

«Si uno es un vanguardista profesional, está obligado a la revolución permanente, lo que […] llevó a un estilo composicional cada vez más complejo, cerrado y hermético, que parece dictado por una suerte de snobismo febril de desagradar y aburrir»

«El instinto de destrucción que Schoenberg sublimó en el hiperracionalismo de su sistema abrió las puertas a distintas tendencias, igual de destructivas pero ahora desembozada[s] y militantemente antirracionalistas»

«Típicamente para un movimento antirracionalista, la vanguardia hizo de la fealdad, el displacer y el mero caos un puritano y militante valor.»

«[un compositor contemporáneo] me urgió una vez a investigar [la música de Varesse] «para salir -me dijo- de todo el racionalismo musical centroeuropeo del siglo 19″ […] le respondí que no sentía ninguna necesidad de salir de ese racionalismo, del mismo modo que no siento ninguna inclinación a abandonar mi existencia pequeñoburguesa urbana para lanzarme desnudo a la selva y vivir de la caza y de la pesca.»

«A lo largo de unos 70 años, la vanguardia musical libró una guerra académica y crítica sin cuartel contra la música del siglo XX que escapaba a sus cánones. Cualquiera que se atreviera a escribir en tonal era enemigo»

«[lista de 19 compositores tonalistas] integran el siglo XX mucho más convincentemente que los vanguardistas, ya que su música -accesible, comunicativa, a menudo fuertemente testimonialista, con inequívocas asociaciones a las guerras, las catástrofes colectivas, las euforias y derrumbes epocales y personales, y sobre todo su potente representación de la soledad del individuo en medio de las crecientes sociedades de masas- no podría pertenecer a ninguna otra época»

«la liquidación masiva de los Estados de Bienestar […] privó [a la vanguardia/atonalista] de los subsidios de que dependía para subsistir […] tuvo que ganarse la vida, salir a pelear su subsistencia en el mercado. Y el mercado no quería vanguardia, sino música escuchable.»

«la revolución de Schoenberg y sus seguidores […] triunfó en aniquilar los buenos lazos que unían a los músicos a la tradición y les permitían renovarla y avanzar desde ella. Sin embargo, los supuestos «conservadores» del siglo XX mantuvieron y renovaron de manera exitosa esa tradición, y quizá la nueva música pueda partir desde ellos».


Carlos Alonso: Hola a todos. Este es mi primer comentario y me temo que -como siempre me ocurre, allí donde vaya- voy a llevar la contraria. El caso es que el artículo de don Claudio, teniendo, como tiene, frases memorables (me encanta la de «la vanguardia … suena como el equivalente musical de un campo de concentración cercado por kilómetros de alambre de púa.» o «se puede morir por las utopías, pero no vivir en ellas»), en el fondo defiende de forma bastante convencional una gran parte de la creación contemporánea, relegando la vanguardia (o sea, lo «rechazable», según él) casi exclusivamente a Schönberg y sus seguidores y considerando a la mayoría de los compositores del siglo XX legítimos herederos de la Tradición musical occidental. ¿Soy yo el único al que el «War Requiem» de Britten o el Cuarteto para el Fin de los Tiempos de Messiaen le suena igual de mal (o peor) que cualquiera de las creaciones dodecafónicas? ¿Alguien puede sinceramente ver la evolución lógica de la tonalidad en las obras de Ives o de Ligetti? No creo que el mero hecho de escribir una obra bajo el título de «Sinfonía» o «Cuarteto» le convierta a uno en depositario de la Tradición. Al contrario, yo sólo consigo seguir el rastro de la tradición en obras que ya nunca se titulan sinfonías o cuartetos: en la música cinematográfica, que probablemente haya constituido el auténtico refugio de la tonalidad y de la conexión con el público (con aportación de inolvidables melodías que han calado hondo) a lo largo del infausto siglo XX. Cuando escuche a alguien silbando por la calle las «Atmósferas» de Ligetti, quizá cambie de opinión.


Agustin Barahona: Como ya sabéis, además de debatir directamente sobre el tema podéis aportar igualmente enlaces y artículos en la internet que contesten claramente a cualquiera de los puntos del debate, añadiendo vosotros un comentario explicando a qué contesta concretamente el artículo o enlace aportado. En el caso presente, estaría bien que todos pudiéramos haber contestado al menos a alguno de los puntos que entresaqué amtes –o que otros hayan destacado o comentado– del artículo de Don Claudio Uriarte por cualquiera de los medios al alcance. Muchas gracias de antemano.


Agustin Barahona: Para ilustrar las obras referidas por Carlos Alonso aporto algunos enlaces a grabaciones en Youtube.

Messiaen – Cuarteto para el fin de los tiempos: http://www.youtube.com/watch?v=UeSVu1zbF94&feature=related

Britten War Requiem:

I – http://www.youtube.com/watch?v=hhkbphH8_Ic

II – http://www.youtube.com/watch?v=8p3jNMCbaK0

III – http://www.youtube.com/watch?v=r7TmbIRJ0R0

Lacrymosa – http://www.youtube.com/watch?v=Qplk3PL-ltw

Charles Ives – Piano Sonata No. 2 «Concord»: http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&NR=1…

György Ligeti – Requiem:

I – http://www.youtube.com/watch?v=MYgBG40jgLM&feature=related

II – http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&NR=1…

etc.

György Ligeti – Atmósferas – http://www.youtube.com/watch?v=-QSuXpzNDs8&feature=related


Angela Vilagran Nogues: Por mi parte solo diré que el cuarteto para el fin de los tiempos que tenido el honor de poder intrepretar, creo que con dignidad, es una de las obras más maravillosas, intensas y estremecedoras. No se si el efecto del que escucha con lo que siente el intérprete van de brazo, lo dudo, creo que para apreciar esta música y mucha de la que viene posteriormente y que realmente hay de magnífica , se tiene que entender y eso no se estudia ni en los Conservatorios. Cómo se puede pretender que el público aprecie lo que el músico mismo rechaza a menudo por desconocimiento?, la base educativa de la música está centrada en la tonalidad y no se sale de ahí, si las miras fueran más ámplias ya desde niños el campo de visión y de comprensión se agrandaría enormemente, ( lo he podido comprobar con mis própios alumnos)actualmente abarcamos en clase un repertorio impensable unos años atrás, y realmente lo disfrutan, tanto como tocar Mozart o Chopin, soy pianista, se nota, verdad?


Carlos Alonso: Yo no dudo de que el Cuarteto de Messiaen encierre sentimientos de enorme profundidad y transcendencia. Pero, desde el mismo momento en que los propios músicos que lo interpretan dudan de que estos sentimientos puedan llegar a la mayoría del público, debemos considerar que existe un problema con este tipo de obras. Lo más fácil es culpar al público acusándole de ignorancia. Pero si al mismo tiempo admitimos que esta capacidad no se enseña «ni siquiera en los conservatorios», ¿qué posibilidad tiene el público no profesional de acceder a ella? Lo que es innegable es que nunca antes en la Historia se ha obligado al público a estudiar o a desarrollar cualidades especiales para poder disfrutar del arte de su época. Era el artista el que debía siempre esforzarse por elaborar un mensaje que estuviera al alcance del público, no éste el que tenía que hacer esfuerzos sobrehumanos para poder llegar a comprender el mundo caprichoso e individualista de cada creador. Ahora, cada artista desarrolla su propio lenguaje, y se indigna si el público no se ha tomado la molestia de aprender a descifrarlo. ¿Cuántos cursillos específicos de apreciación musical, pictórica, etc. tendrían que realizar los amantes del arte para poder estar a la altura que se les exige?


Angela Vilagran Nogues: Razón no te falta, pero el problema de fondo yo lo veo en casi todo, todo va tan rápido hoy en día que en casi todos los ámbitos o eres experto o te quedas sin comprender la mitad de las cosas, a veces me da hasta miedo el exceso de especialización a que se ha llegado con todo, lo que conlleva a veces encerrarte en tu propio mundo y no poder abarcar todo lo que quisieras……


Carlos Alonso: El problema del arte contemporáneo es que todo el esfuerzo de apreciación se consume en el intento de descifrar el lenguaje, y esto frustra cualquier intento de comunicación. Si yo tengo algo muy importante que decir, pero me creo tan «especial» que el lenguaje común no me sirve, y me invento uno nuevo a mi medida, puedo tener por seguro que la transcendencia de mi mensaje de perderá, y me podré dar por satisfecho si unas cuantas personas logran descifrar algo, no ya del mensaje, sino únicamente de la sintaxis con la que he construido las frases o la semántica de algunas palabras aisladas. Es fácil criticar el sistema tonal que se enseña en los conservatorios como algo «convencional». Pero es que esta es precisamente su mayor virtud: el constituir un sistema comprendido por todos, que ha permitido (y puede seguir permitiendo) transmitir mensajes emocionales de gran intensidad a personas de cualquier condición.


Carlos Alonso: En efecto, todo va demasiado deprisa y eso da miedo como tú dices, Ángela, pero ¿acaso no es esta una buena razón para convertir el arte en una especie de refugio dionde se pueda disfrutar la de la belleza sin complicaciones ni especializaciones abusivas? ¿Por qué tenemos que conformarnos con lo que nos imponen también en este terreno y aceptar la deshumanización del arte, creyendo encima que nos hacen un favor al obligarnos a entender lo que no nos gusta?


Angela Vilagran Nogues: Ahí mi comentario no puede ser objetivo, lo siento estoy demasiado metida en todo ello que me es imposible verlo como lo ves tu, pero te entiendo perfectamente !


Carlos Alonso: Gracias, Ángela, con eso me basta.


Ana B. Ros: Cómo estáis? Es mi primera vez aquí, gracias por aceptarme.

Mi opinión sobre este tema es una metáfora:

Compositor vanguardista es la persona que de repente se me viene encima con las manos cerca de la entrepierna y me grita casi «GRXTBELD KIJERT ÑAÑI HLU?». Yo con los pelos de punta le contesto: «oiga si se me acerca un paso más le rocío con el espray de pimienta». Y en vez de decirme «perdón, es mi culpa, no me expliqué bien ni en el idioma de este país, le decía que dónde está el servicio, por favor», me larga «es que no hablas mi idioma? pues vaya cultura que hay en este país!» y se va a decirle a otra persona «GRXTBELD KIJERT ÑAÑI HLU?» con más urgencia. Y yo para calmarme del susto me pongo a oir el concierto para flauta y arpa de Mozart en el Ipod y me olvido de todo.

No pensais que la metáfora es muy parecida a la realidad?


Carlos Alonso: Hola Ana, bienvenida al grupo. Tu metáfora me parece genial.


Agustin Barahona: Me he reído mucho con tu metáfora, Ana. Es perfecta en su contexto, porque el hablar un idioma personal y sin diccionarios publicados –incomprensible en todo caso, por tanto– en un enorme país extranjero produce normalmente ese tipo de equívocos, en este caso, por el «tono» y el contexto, es sentido todo como ¡toda una agresión! También muestra que el que habla en ese idioma inventado no tiene en realidad pretensiones de que le entiendan, por mucho que continúe exponiendo su jerga a otras personas, pues en el ejemplo es el único que debería tener interés real por comunicarse, dado el apuro de sus miccionarias circunstancias. ***Es todo una farsa*** –lo de «con más urgencia» me hizo soltar una sonora carcajada–, también porque si quisiera realmente comunicarse lo habría hecho en la lengua del enorme país en el que presenta su petición y no puede pedir a sus habitantes que entiendan su lengua inventada y mucho menos considerarlos ignorantes porque no la hablen. Y si su pretensión no era realmente comunicarse… ¿entonces por qué se dirige a ti y se enfada porque no le entiendes? Pero la metáfora llega a su punto culminante con la reacción posterior, es decir, el que necesita sentirse bien y feliz tras el desagradable impacto finalmente acude a la fuente de bienestar comprensible, Mozart en este caso. Realmente, ¡enhorabuena!


Agustin Barahona: El «War Requiem» de Britten mantiene muchas más relaciones tonales y está más dentro del lenguaje tradicional, por así decirlo, que el Cuarteto para el fin de los tiempos de Messiaen o varias de las otras obras referidas por Carlos. La diferencia principal con el uso tradicional de la tonalidad, y por tanto en la accesibilidad, en este caso está más radicada ***en la estética*** y tiene su sentido en el motivo por el que Britten compuso esta obra, cuya estructura de relaciones con voces y orquesta tiene compositivamente mucho en débito al famoso Requiem de Verdi, aunque las relaciones tonales y sobre todo las cadenciales son tratadas de un modo particular, con todo un sistema simbólico sonoro (vide), para transmitir su visión en varios niveles de realidad sobre la muerte de la magnificente catedral del siglo XIV destruída en los bombardeos en noviembre de 1940. Otra cosa muy distinta es que pueda llegar a emocionar en el sentido en que lo hacen las grandes obras de ese uso tonal más estructurado sobre sonoridades conducentes a sistemas cadenciales muy estables cuyas melodías recogen la mayor parte de la fuerza expresiva y son por ello muy recordables y hasta silbables –no como las Atmósteras de Ligeti, desde luego– En ese sentido estoy de acuerdo con Carlos. El «Cuarteto para el fin de los tiempos» sin embargo carece de ambas cosas, ni participa de la estética ni participa del lenguaje tradicionales –desde luego en lo que estoy de acuerdo con Ángela, aunque por motivos distintos, es que es una obra estremecedora– y si alguien lo desea porque no está convencido podemos pasar a analizarlo exhaustivamente. Y si lo deseáis también podemos hacerlo con las otras obras, aunque creo que es muchísimo más evidente.

Con todo lo que he dicho en este mensaje estaríamos ya entrando un paso mas al fondo de la cuestión una vez habiendo señalado que el problema principal de las vanguardias reside en el lenguaje completamente inventado que no participa del lenguaje ancestral milenario relacionado con aquello inefable que comunica la música que el público puede entender sin ninguna explicación. También en esto estoy de acuerdo con Carlos y ya lo he dicho muchas veces en distintos medios de comunicación, pues que yo sepa, para percibir el arte como público no se necesita asistir a la asignatura de «1º de público» y luego a «2º de público» y así hasta que a la vanguardia le diese la gana mientras no mintiéramos diciendo que sí, que el rey está «maravillosa e intelectualmente vestido», para que esta vanguardia dejara de cobrarnos los «cursos de público», aunque mientras en voz baja, emulando a Galileo con la Inquisición, todos nosotros dijésemos aquello de _eppur nudus est_.

La mayoría de los músicos profesionales rechazamos la música fea no por miedo, desconocimiento o falta de cultura, que creo que alguna poseemos, sino porque todo el mundo repugna de lo feo y lo repele. Que la base educativa esté centrada en la tonalidad no es un capricho convencional sino que está basado en cómo funciona el cerebro a la hora de establecer todo sistema referencial de adquisición progresiva y esto también si lo deseais podemos discutirlo con todo lujo de detalles si no estáis convencidos. Además, sabemos todos por experiencia que si a la mayoría de los alumnos les interpretas previamente las obras técnicas instrumentales que les ofreces para elegir de entre ellas una para su repertorio a igualdad de dificultades mecánicas van a tender a elegir siempre la más estética y comprensible, aunque sólo sea porque de ese modo será más fácilmente aprendible y aprehendible.

Estoy de acuerdo con ambos, Ángela y Carlos, estos momentos históricos tienen su tiempo acelerado y precisamente una de las cosas que más rápido avanza es la ignorancia y lo falacioso. Por eso tenemos que munirnos de la mejor formación posible para desarrollar el criterio crítico y ser auténticamente libres, que no significa hacer lo que queramos sino aprender a saber qué es lo que debemos querer porque está en sintonía con la propia constatable realidad y permite accionar lógica y eficazmente sobre ella.


Agustin Barahona: En resumidas cuentas, creo que siempre debemos ser filosóficamente respetuosos con cualquier forma de comunicación artística musical con el público, sin ningún tipo de prejuicios hasta no haber oído la obra creada, y juzgar sólo después, en todo caso, si comprendemos su lenguaje y si su estética nos agrada. En la medida en que esa obra tenga un porcentaje mundial de mayor aceptación en ambos parámetros –estética y lenguaje– es candidata posible a convertirse en un obra clásica, es decir, en un modelo digno de ser imitado, por el cual el tiempo no transcurrirá cuanto mayor haya sido su proximidad a las raíces de una cultura desarrollando al máximo todas sus posiblidades expresivas esenciales. Y creo firmemente que la obra de arte musical más bella siempre está por componer. Pero es sólo lo que yo pienso y siento –que soy en los debates tan sólo uno más de este foro– así como mis argumentos para sostenerlo. Me encantaría saber lo que piensan y sienten otros colegas, creadores, instrumentistas, investigadores y amantes de la música, así como también sus argumentos para sostenerlo. Será un placer. Un abrazo a todos.


Agustin Barahona: Por tratarse de un primer comentario, ubico aquí éste, localizado en un debate equivocado, con el fin de ser didáctico y mostrar cómo se debe hacer en M&C siguiendo nuestras normas de publicación, aunque sería deseable que fueran siempre los dueños de los comentarios quienes los ubicasen en los debates adecuados. Domingo, si crees que en este debate no encaja porque hay demasiadas cosas que deberían estar en otros sitios que tú consideres siéntete libre de decírmelo en un mensaje privado y lo borro de aquí para que repartas sus contenidos en los debates que sean más adecuados a tu juicio. Muchas gracias.

«Domingo Mancheño Sagrario: Tengo entendido que el modo mayor tiene una justificación física en los armónicos… pero el menor no… La música tonal es un fantástico descubrimiento, es la música verdadera. Pero pueden existir otras cosas. El sistema tonal es el juego, la escenografía, el atrezzo… y funciona. Ahora bien, intentar cambiar las reglas del juego de golpe es una insensatez que lleva al absurdo. Nuestras costumbres auditivas son culturales y provienen de nuestra tradición y la historia del arte evoluciona mediante pequeñas variaciones que dan lugar a las nuevas modas: Los estilos. Pero la obra verdadera nace de la ingenuidad del artista no de la mente autocomplaciente de modernísimos que quieren ser novedosos o revolucionarios por narices. Entonces la supuesta obra pierde su función, no dice nada, se vuelve absurda e hilarante. He dicho (con perdón, claro)»


Agustin Barahona: Estimado Domingo, sólo un inciso aclaratorio: los modos no son más que determinados órdenes tonales que producen implicaciones de sensaciones de movimiento y reposo que son compartidas por una cultura. La misma justificación para la elaboración de las escalas afecta a los modos. El modo menor, por tanto, tiene también una justificación en el orden natural del fenómeno físico-armónico, aunque no ocupe el mismo lugar o preponderancia que el modo mayor. En relación a todo lo demás, nada que decir. Gracias por tu participación.

marzo 22, 2012 a las 1:34 am por Agustín Barahona
Categoría: Debates, Musicología