«Obviamente la constitución de cualquier institución social se da por la definición de la naturaleza y forma de esa institución, puesto que ésta no existe en tanto no se haya declarado, definido y activado. Esto implica necesariamente que cuando un grupo de personas se pone de acuerdo para establecer una democracia lo hace, siempre y sin excepción –por imposibilidad ontológica–, mediante la institución de una ley que establece, define y pone en marcha esa forma de gobierno. Por lo tanto, no puede existir democracia que no se deba a una ley que la origina en primer lugar y cualquier acto que quiera ignorar esa ley que instituye la democracia es ilegítimo y antidemocrático.» [Agustín Barahona]
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