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La policía privada o el pistolerismo patronal: otra antesala de la dictadura que la derecha nos impone
ES LA CREACIÓN DE FUERZAS ARMADAS PRIVADAS Y QUE RESPONDERÁN SÓLO ANTE SUS AMOS
Carlos Martínez, Politólogo y activista social.
Cuando la patronal española se vió amenazada en los años veinte del siglo pasado, -el siglo XX-, a causa de las luchas obreras, en especial en Cataluña, surgió el pistolerismo patronal. Los pistoleros del llamado Sindicato Libre, que protegió el jefe de policía de Barcelona y luego Gobernador Civil de Cataluña (1920-1922, Martinez Anido que, posteriormente, fue ministro de la Gobernación en la Dictadura de Primo de Rivera (1925-1929) y responsable de Interior con Franco (1938) y un digno antecesor del Ministro del Interior del PP Sr. Fernández. Pues, en versión del siglo XXI y cual remozado Martinez Anido, el actual ministro del Interior legaliza que los seguratas pasen a ser policías privados al servicio de los ricos, los centros comerciales privados y las grandes empresas. Es decir, la versión contemporánea del Sindicato Libre patronal.
Es la creación de fuerzas armadas privadas y que responderán solo ante sus amos.
La ascensión de personas con poca o nula formación policial, aspecto en muchas ocasiones chulesco, y policías frustrados muchos de ellos, a los que se dota de atribuciones para las que no están preparados ni entrenados, es algo perjudicial incluso para los trabajadores del sector. Ellos no son los culpables, pero la filosofía gubernamental y gran empresarial de dotarse de pistoleros privados, de un ejército privado que responda exclusivamente a las órdenes de empresarios privados en defensa de sus intereses que, además, puedan reprimir a personas que ejercen sus derechos laborales, sindicales y de manifestación es una muestra del fascismo profundo y “privado” de la derecha española, es una manifestación de lo autoritario que resulta el liberalismo extremo.
Como en los años veinte del siglo pasado, estos pistoleros privados legalizados, pueden ser la antesala de la Dictadura, tal y como ocurrió al dar en Barcelona Primo de Ribera su golpe de Estado y así proteger adecuadamente a sus “seguratas” de la época, cerrar los sindicatos y prohibir los partidos políticos, republicanos y de izquierdas, claro.
No estamos, pues, ante una mera privatización de la seguridad. No. Estamos ante la aparición de un sector empresarial de “contratistas” de seguridad privada como en Iraq o Afganistán que a costa del erario público han amasado inmensas fortunas. Es la creación de fuerzas armadas privadas y que responderán solo ante sus amos. Es la implementación lenta y continuada de una dictadura en el Reino de España. Es la paranoia liberal del PP y sus aliados derechistas. Pero también es la aparición de otro gran nicho de negocio en favor de empresas del sector, muchas de las cuales, por cierto, están en manos de personajes de la extrema derecha, como reiteradamente se ha denunciado.
El asunto es obviamente un polvorín, nunca mejor dicho. Y los resultados van a ser usados no por lo que algunos llaman «derechas» o «izquierdas» –parece mentira que aún se insista en la existencia de pueriles cocos maniqueos e injustificados, cuando lo único que existe es gente con voluntad de hacer cosas por la justicia y el bien común garantizándose así un buen futuro común y gente con voluntad de hacer cosas sólo para beneficio propio contra la justicia y destrozando el bien común–, sino simplemente por las personas que tengan a su disposición el dinero suficiente para pagárselo, independientemente de sus presuntas ideologías… si es que las tienen. Y siempre que en la historia del mundo esto ha sido posible el resultado ha sido nefasto y en muchos casos aún seguimos pagándolo todos.