PAPEL DE LA EDUCACIÓN DEL MÚSICO EN LA MÚSICA DE NÚCLEO ATONAL Y VICEVERSA.
Planteamiento inicial del debate:
«Hay quien dice que el futuro de la música de núcleo atonal depende de la educación impartida por los profesionales en los centros de educación.
A) Supongamos que fuera cierto. En tal caso:
1.- ¿podría ser educada por profesionales a los que esta música no sólo les desagrada sino que pueden mostrar que es contraria a los requerimientos necesarios para poder enseñar música?; y si no es así
2.- ¿debería hacerse una selección y sólo admitir a los profesores que les guste ese tipo de música y puedan demostrar que tiene alguna faceta formativa específica y privativa que la hagan imprescindible?; en tal caso ¿serán un número suficiente para cubrir las plazas que se necesitan realmente?; y si no es así y no queda más remedio que contar con todos
3.- ¿cómo se podría obligar a un profesor a transmitir el entusiasmo por algo que no le agrada y de lo que puede argumentar que es una farsa y en qué consiste?; ¿cómo se podría evitar que, en virtud de su conciencia y su libertad de cátedra, enseñara a sus alumnos en qué consiste la farsa y por qué la considera perjudicial para la música?
B) Supongamos ahora que no fuera cierto. En tal caso:
1.- entonces ¿de qué depende la pervivencia de esa música; si depende de la necesidad de creer en ella como el futuro de la humanidad
2.- ¿se puede forzar a creer en algo acientífico en lo que el alumno no tiene por qué creer porque, además, se trata de algo tan íntimo como el gusto musical y las preferencias estéticas?; si la educación ha de ser científica ¿puede la labor del profesor tornarse en guía de creencias?; si, por muy raro que fuese, la respuesta fuera que sí…
3.- ¿se pueden evaluar el gusto y las preferencias estéticas? Y si no se pueden evaluar…
4.- ¿tiene algún sentido incluir materias y formación cuya evaluación y contenidos dependan de esto?
En pocas palabras y como resumen: dadas las condiciones de los supuestos A o B… ¿pervivirá, pues, la musica de núcleo atonal en cuanto deje de ser sostenida por las subvenciones políticas en vez de por el público directamente?»
Marc Garcia Vitoria: Querido Agustín,
no había tenido tiempo de reflexionar acerca de los supuestos que planteas, y ahora que he podido respondo, con la simple intención de intentar demostrar que las respuestas no son tan obvias.
Creo que el estado actual en los conservatorios profesionales españoles se sitúa, en una mayoría no abrumadora pero sí amplia, en los supuestos A-1no-2no-3no: es decir, profesionales a los que les desagrada esa música, que enseñan en esos centros porque ese criterio no es determinante para escogerlos como profesores, y que, o bien simplemente ignoran en sus clases esa música que no les gusta o desconocen, o bien participan activamente en la transmisión de sus juicios negativos, o prejuicios en algunos casos.
Yo creo que esa música debería formar parte de los temarios de los conservatorios profesionales como materia transversal, como lo es la abstracción figurativa en los temarios artísticos de bachillerato, por ejemplo. En base a eso, se me hace difícil imaginar que, en un sistema educativo ideal, un profesor no esté cualificado para, al menos, transmitir los conocimientos objetivos que esa música implica, y presentarla en clase. Por lo tanto, a tu punto A2, yo me inclinaría por decir NO a la primera pregunta, y decir que ése sería un punto importante en las oposiciones para mí. Y creo que sí, estoy convencido de que serían suficientes (no ahora mismo, pero sí dentro de unos años y con una renovación progresiva y natural).
Respecto a tu punto B2, que creo que no está del todo bien ubicado puesto que bajo el apartado B creí que se hablaba justamente de lo que NO es formación en conservatorios, no hay que forzar nada, ni hay que creer en nada. Simplemente hay que presentar los hechos de lo que ha pasado en el siglo XX, de las causas y consecuencias, del estado actual del arte, y de formar la capacidad de decidir del alumno. Considerar eso educación científica quizás sea un poco exagerado, puesto que en las enseñanzas artísticas es imposible que no se cuele algo de juicio estético en esas enseñanzas.
En B3: no hay que evaluar los gustos del alumno (como no se evalúan si uno prefiere a Beethoven y no le gusta Bach), simplemente que, de acuerdo con la tradición académica, el alumno muestre la adquisición y comprensión de lo que se le enseña, o de una parte significativa.
Estimado Marc, gracias por tu participación. Paso a la primera cuestión: si dices que «A1:no» entonces debes aceptar o rechazar todo lo propuesto, no cambiarlo, porque A1 incluye también el que la música de núcleo atonal no pueda ser educada por profesionales a los que no sólo les desagrada ésta sino que además ***pueden demostrar que es contraria a los requerimientos necesarios para poder enseñar música*** –que es en lo académico el principal problema–. Y si son capaces de demostrar esto es lógico que no se eduque en esta música. Obviamente los gustos estéticos no pueden ser el determinante para hacer o no historia de la música e incluso hacer musicología contando lo que se ha intentado imponer fallidamente para que a la mayoría del público instruído le gustase –gusto que había venido ocurriendo durante siglos– y estudiando por qué no se ha conseguido. Nadie ha dicho en las propuestas del debate que los profesores ignoren en sus clases esa música porque no les guste o porque la desconozcan, pues la realidad es más bien la contraria: la totalidad de todos los músicos a los que les desagrada es ***porque la han escuchado***, no por ningún prejuicio sino más bien, como llevo diciendo toda la vida, ***por un post-juicio***. Y respecto a participar en la transmisión de presuntos e inexistentes prejuicios, todos los músicos que yo conozco que hablan en sus clases de la música de núcleo atonal explicando el por qué no debe usarse para la formación de músicos y por qué todos aquellos que no gustan de ella no deben permitir que se les intente tildar por ello de ignorantes o incultos a pesar de tener amplios conocimientos técnicos en música y carreras no musicales –algunos incluso varias–, todos ellos, digo, son músicos a su vez con una alta formación cultural y con un profundo conocimiento de todo lo que se publica en música, por lo que pueden argumentar perfectamente sus enseñanzas que, como he dicho, en absoluto pueden ser catalogadas de prejuicios como se ha venido intentando en el último medio siglo, fallidamente, como puede verse por los resultados. Esas falacias históricas e histéricas, incluso, ya no funcionan, me temo.
Si como dices, no hay que forzar nada ni hay que creer en nada acientífico –en esto no hablaba de estéticas sino de explicaciones psicobiológicas que explican por qué unas cosas gustan más que otras, pero no tiene ahora importancia– sino formar la capacidad de decidir del alumno, lo cual me parece perfecto y estoy completamente de acuerdo, entonces si gracias a esa formación los alumnos deciden que no les gusta la música de núcleo atonal y resulta que a la inmensa mayoría de sus profesores tampoco y además éstos pueden explicar los motivos por los que esta música no gusta y por qué no debería usarse en la formación de músicos… ¿qué futuro tiene algo que va en contra del propio sentido educacional de la música y del propio sentido artístico de ésta, pues difícilmente se puede querer imponer en los escenarios algo que de antemano se sabe que a su público destinatario –e incluso al mejor formado de entre este grupo– ***no gusta***? ¿Podemos concluir, de lo que dices –y con lo que, ya digo, estoy totalmente de acuerdo–, que el único papel de la educación del músico en la música de núcleo atonal es símplemente la presentación de los hechos históricos? ¡Pero eso no sería educación musical sino educación en la historia, porque «música es lo que suena»! ¿Es entonces, pues, para lo único que puede servir la música de núcleo atonal en la educación del músico, para saber que ésta ha existido y lo que se ha tratado de hacer con ella, así como los resultados?
Por todo ello, reitero la pregunta final que hice en mi anterior mensaje: «dadas las condiciones de los supuestos A o B… ¿pervivirá, pues, la musica de núcleo atonal en cuanto deje de ser sostenida por las subvenciones políticas en vez de por el público directamente?»
Marc Garcia Vitoria: Estimado Agustín,
entonces creo que la pregunta A1 es demasiado limitada, puesto que tengo la impresión que muchos de los profesionales a los que no les gusta especialmente esta música no tienen una opinión excesivamente formada respecto a que sea “contraria a los requerimientos necesarios para poder enseñar música”. Es decir, creo que son dos grupos distintos, uno de los cuales engloba al otro. Yo hablaba del externo, que no incluyes en tus premisas. Sé que tú eres de los que forman parte de los dos, pero me parece extraño que no consideres la opción que te propongo, porque en mi experiencia es mucho más grande.
Coincido contigo en que la mayoría (quizás no la totalidad) de los que rechazan esa música la han escuchado. No creo en cambio que se hayan librado del prejuicio previo a haberlo hecho, por lo tanto sí tiene sentido hablar de prejuicios. Se trata en este caso de la comodidad de aceptar un juicio de valor previo a la reflexión de la escucha. En eso estamos en un profundo desacuerdo, puesto que me parece entender que a tu juicio todos los profesionales que rechazan la música no tonal tienen un discurso elaborado, reflexivo y propio, además de razonado científicamente, lo que creo que puede ser verdad en tu caso pero no en la mayoría de profesores como dices.
Por cierto, estamos hablando indirectamente de “por qué no debe usarse para la formación de músicos”. ¿Podrías exponer tus razones o indicarme otro post donde leerlas? Así a bote pronto no veo qué impacto negativo puede tener en un estudiante la escucha, análisis y conocimiento del contexto de obras no tonales, por lo que te agradecería esa información, que dices que compartes con todos esos profesores contrarios a usar la música no tonal en sus clases.
Respecto a las preguntas de tu segundo párrafo, reconozco que la tarea de los profesores en transmitir el gusto por la música clásica sin entrar en valoraciones personales es dura. Lo puede ser también cuando un profesor de percusión especialista en música neo-tonal japonesa para marimba, por decir algo, tiene que enseñar a tocar las sinfonías de Haydn a sus alumnos de timbales, música que puede resultarle especialmente aburrida. Pero lo hace lo mejor que sabe porque es su deber formar al alumno para que escoja. Lo mismo pues, creo yo, con la música contemporánea.
No creo que “el único papel de la educación del músico en la música de núcleo atonal es símplemente la presentación de los hechos históricos”. A mi entender, el punto de vista historicista (la música que se toma generalmente como vanguardista en las charlas anti-atonales tiene ya 60 años) es el mínimo exigible, justamente a los profesores que no gustan de tal música. Pero por supuesto, si tenemos suerte de tropezar con un profesor que además transmita su gusto por ella, podremos aprovechar mucho más lo que tiene que ofrecer a los músicos en formación: es particularmente interesante, siempre desde mi punto de vista, la capacidad de esta música para desarrollar las capacidades auditivas, por ejemplo.
En cuanto a la pregunta final, tengo por costumbre no aventurarme en predicciones futuras, pero ciertamente en el mundo actual el poder del mercado es muy grande, y muchas cosas no existirían (no en el futuro, sino en el presente) sin subvenciones públicas: investigaciones contra enfermedades raras, la orquesta nacional de España, los estudios universitarios de historia del arte… Así que supongo que la música atonal todavía no escrita no sería una excepción. Respecto a la ya escrita, forma parte del museo igual que Schubert, así que sin público efectivamente es difícil que re-viva, es decir, que se toque.
Agustin Barahona: Estimado Marc, discúlpame, pero creo que estás equivocado: Yo puedo citarte nombre y apellidos de decenas de profesionales que conozco a los que no les gusta la música cacofónica de la que hablamos y que tienen clarísimo por qué no es utilizable para enseñar música –es de hecho algo empírico y basado en la propia naturaleza, por lo que entiendo que han de ser ***todos***–, sin embargo, no creo que pudieras citarme nombre y apellidos de profesionales a los que no les gusta la música cacofónica que, como tú dices, «no tienen una opinión excesivamente formada respecto a que sea “contraria a los requerimientos necesarios para poder enseñar música”». Si aún no lo entendías seguídamente lo entenderás.
Cualquier persona, sin necesidad de que tenga que ser músico, puede entonar –en orden de mayor a menor facilidad siguiendo el fenómeno físico-armónico– unísonos, octavas, quintas, cuartas, terceras mayores y menores, segundas mayores o menores y además con mayor facilidad si para ello establecemos un sistema de referencia tonal, como todos sabemos. Sin embargo, cualquier persona –incluso músicos formados, pues es algo natural– tiene mayor dificultad en entonar afinadamente intervalos distintos a ésos, es decir, aumentados, disminuídos, etc, y, en suma, posicionalmente lejanos a la fundamental en el fenómeno físico-armónico, de los que se usan habitualmente en ese tipo de producciones cacofónicas. De hecho, no conozco ningún conservatorio que use de obras cacofónicas o atonales con ese tipo de interválicas difíciles de afinar –incluso para algunos músicos profesionales, insisto– para enseñar música a los niños que estudian lenguaje musical. La interválica sin referencias tonales de hecho rara vez se enseña, pues habitualmente se ha de practicar por medio de referencias y trucos tonales bien conocidos que permiten a cualquier persona poder retener las distancias interválicas mucho más fácilmente. Como es lógico, se prefiere para enseñar lo que es naturalmente más fácil que lo que es artificialmente difícil. De hecho, todos los pedagogos de la música lo han hecho y seguirán haciéndolo así por generaciones por estos motivos y por varios otros de parecida índole, todos ellos racionales y predecibles como puede verse, en relación a la armonía y otras partes de la didáctica.
La totalidad de los músicos que rechazan la música cacofónica es o bien porque la han escuchado o porque han escuchado antes otras obras de esos mismos autores que han hecho cosas cacofónicas previas. Como ya he explicado –aunque no hacía falta, sólo lo he hecho por tu extraña insistencia–, eso no es un prejuicio: es selección de gustos a posteriori, o sea, postjuicio. Ningún músico rechaza escuchar música si no tiene ninguna información previa de ella, no tendría ni pies ni cabeza. Es absurdo hablar de prejuicios de escuchar música cacofónica antes de haberlo hecho, porque de lo contrario no la habrían escuchado después –normalmente a nadie le gusta escuchar lo desagradable–. Así pues, es obvio que no ha habido prejuicios sino postjuicios. Que alguien pudiera informarte de que una música le suena horrorosamente mal no implica que por ello tengas un prejuicio ***al escucharla***, como lo prueba el hecho de que ignoras la información previa y, de hecho, ***la escuchas***. Lo que tú estás intentando decir al insistir en esto que ya estaba refutado es que si a alguien no le gusta o no lo acepta aún después de haberlo escuchado y estudiado es porque tiene prejuicios, ***y eso es una clara falacia de libro***.
A diferencia de lo que tú dices, la tarea de los profesores en transmitir el gusto por la música clásica ***debe*** entrar en valoraciones personales, puesto que si quieres enseñar a alguien a amar la música tienes que amarla tú primero. De otro modo o bien no puedes transmitir la pasión y el amor o bien lo que transmites entonces no es el «gusto» por la música sino la información intelectual de análisis de contenidos, que es algo muy distinto y que cualquier profesional puede hacer sin problema. Pero ***si para realizar la formación del alumno en los contenidos curriculares de la asignatura de análisis, por ejemplo,*** el profesor puede elegir hacer esa información analítica sobre una obra que ame o sobre una que no ame… elegirá sin duda hacerlo con una obra que ame. Por eso, por una básica y pragmática necesidad económica de tiempo, pues las carreras lo limitan, se elige aquello que más cantidad de formación e información puede aportar al mismo tiempo. Éste es otro de los motivos por los que se estudia poca música atonalista en los conservatorios, amén de que ***la cantidad de producción de ese repertorio en comparación con todo el resto del repertorio histórico ingente que hay que estudiar es mínimo***, y como, de nuevo, el tiempo es limitado, hay que ser eficientes y económicos. Por ende, todas estas características y necesidades didácticas recién descritas se presentan juntas y no separadas, por lo que, debido a la fuerza de su reunión, si se quiere ser eficaz, no hay elección.
Para mi pregunta final, a diferencia de lo que dices, no hace falta aventurarse a «predicciones futuras». Basta con ver qué ocurre ahora mismo en los países donde la música no se mueve por subvenciones ***sino por taquilla***. Y es claro que las estadísticas muestran que la que desborda abrumadoramente es la música de núcleo tonal de toda la historia de la música culta, incluída la del presente. Así pues, parece lógico pensar que en cuanto la música de núcleo atonal deje de ser sostenida por las subvenciones políticas en vez de por el público directamente, como en esos países, ***tenderá a no pervivir***.
En pocas palabras, concluyendo y contestando a las cuestiones del planteamiento inicial del debate:
Por todos los motivos y argumentos aducidos, la música de núcleo atonal no puede ser educada por profesionales a los que les desagrada y que pueden mostrar que es contraria a la didáctica necesaria para enseñar música y que tienen muchas otras cosas más urgentes, importantes y previas que enseñar incluso desde el punto de vista histórico en una programación cuya duración académica tiene un tiempo limitado, por lo cual el tiempo es oro. Como existe la libertad de cátedra, cada profesor enseñará a sus alumnos argumentalmente en qué consiste la falta de calidad o incluso la farsa donde la hubiera y por qué la considera perjudicial para la música de cualquier tipo. Se puede enseñar todo lo que es necesario para poder interpretar la mayoría ingente de los repertorios mediante la música tonal en todas sus extensiones, y los detalles particulares de formación que necesite quien quiera hacer música de núcleo atonal puede procurárselos –como ha venido sucediendo con la mayoría de los músicos siempre– cuando acabe la carrera si es que lo necesita o en el momento en que lo necesite. Cuando el alumno estudie historia de la música recibirá la formación correspondiente a todos los periodos de formación y mecanismos sistemáticos puestos en juego en cada momento de modo que al terminar pueda tener conciencia de todo lo que existe y pueda tener la oportunidad por sí mismo de elegir escuchar lo que crea más conveniente y de continuar posteriormente escuchando ***lo que sus postjuicios y su libertad personal hayan determinado***.