SIEMPRE ME HA PASADO COMO A LOS BANCOS, QUE A MENUDO «NO HE DADO CRÉDITO»
«Durante mi larga carrera en mi faceta de docente me he encontrado con todo tipo de actitudes inconcebibles por parte de alumnos, padres de alumnos, equipos directivos y personas con nómina de profesor. Estaba ahora guardando unos antiguos papeles –que al principio custodiaba en una carpeta llamada inicialmente «rarezas» y que con el tiempo fué convirtiéndose en simplemente «papeles del trabajo»– y he podido recordar algunos de esos episodios de difícil calificación.
Quizá uno de los que en su momento más perplejo me dejó fue cuando una madre de un alumno vino a decirme que mi razonada, paciente y estructurada docencia «violentaba la ignorancia de su hijo» [?] en lugar de «transicionarla poco a poco a lo correcto, a la verdad». Literalmente.
Cuando de inmediato le contesté que si lo que quería decirme es que no debía enseñar qué era lo correcto, sino alguna otra cosa intermedia, me respondió –visiblemente azarada y sorprendida por la única, logica y consecuente respuesta que podía ofrecerle–: «eso tiene que saberlo usted que es el profesor» [!!!].
Fue la primera vez que pude comprobar que realmente podía producirse tanta incoherencia junta en el discurso de una sola persona. Hasta entonces si me hubieran contado que esa posibilidad podía darse en una persona aparentemente formada no hubiera podido creérmelo. Lo peor fue que esta madre se me presentaba en la propia conversación a sí misma como «Doctora en Pedagogía» por una unversidad española, comprobando yo posteriormente que así estaba titulada [!!!]
Vivir para ver.»
[Agustín Barahona]
«Posiblemente seamos sólo grumos de diversas configuraciones autoorganizadas del espacio-tiempo con necesaria y consecuente apariencia inércica de ser materiales.»
[Agustín Barahona]
«No todo lo bello embellece a lo verdadero. Por muy bella que sea una mentira es siempre una mentira. Por obvio que parezca, debido a la ignorancia y a la falta de voluntad para aprender de verdad, hay mucha gente aún que se deja seducir por la flauta del Flautista de Hamelin y por ello pierde gustosa e inconscientemente su libertad.»
[Agustín Barahona]