«Dejando de lado por un momento el que quien tiene que probar la existencia de algo para demostrar que no es mentira es quien dice que algo extraordinario existe (principio del famoso «onus probandi…»), todo el mundo debería saber, desde el bachiller, que la ciencia –y en ella la Lógica-Matemática, fundamental y esencialmente–, no puede negar la existencia de nada que no esté definido. No sólo por los principios básicos de la Lógica, donde los inexistenciales indefinidos no pueden demostrarse, sino por algo mucho más básico en este caso, pues mientras no se defina a qué se refiere alguien con un nombre determinado no se puede negar que exista porque no se puede saber a qué se refiere para poder verificarlo. Pasa igual que con los maguafarachis o con las filiburcínigas o con los acumimemnos o con los xeantidusúes, que tampoco se puede negar que existan. Por lo cual, puede afirmarse sin ambages y sin duda alguna que cualquier nombre que pueda caber en esa misma categoría tiene que ser en principio lo mismo, por fuerza, a no ser que alguien demuestre lo contrario definiéndolo. No hay forma honesta ni racional de poder eludir esta responsabilidad básica y primaria.»
[Agustín Barahona]
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— ? Agustín Barahona ? (@AgustinBarahon9) September 1, 2021