«Si hay algo absurdo y contradictorio en extremo es la actitud religiosa, en especial la católica, cuando intentan convencerte de algo irracional o ilógico y tú les muestras y demuestras que así lo es. La experiencia personal me ha mostrado que en seguida se enfadan y te acusan de ser soberbio, altivo, prepotente, pedante, falto de humildad o megalómano y todo tipo de parecidos insultos directos o indirectos, en vez de simplemente o bien asumir que estaban errados y así celebrar el peso que les quito de encima –y dejar de cometer el error en adelante para el resto de sus vidas– o bien intentar corregir mi corrección si pueden demostrar que es errónea, cosa que yo aceptaría con alborozo y gratitud, como siempre hago.
Pero si digo que es en extremo absurdo y contradictorio es además porque, a pesar de que se supone que los católicos tienen una educación religiosa acorde con sus creencias y difundida por un catecismo que aprueba Vaticano, parece que muy pocos han leído dicho libro o muy pocos han asumido lo que ahí se pretende enseñarles de lo único que no pertenece al ámbito religioso estrictamente hablando en realidad: ética, moral y buenas costumbres, cristianas o no. La mayoría de ellos ignoran lo que en el ámbito religioso se dió en llamar «obras de caridad cristianas» que han sido referidas habitualmente en los catecismos como «obras de misericordia espirituales». Y lo afirmo porque precisamente las tres primeras en el listado religioso son: «Enseñar al que no sabe», «Corregir al que se equivoca» y «Dar buen consejo al que lo necesita».
De ello sólo puede deducirse que quienes no tienen realmente claro qué saben correctamente y qué no saben, y por lo tanto no son humildes, son ellos, así como que no soy yo el que es o se muestra soberbio al intentar evitarles errores de bulto que habrán de arrastrar lastrados toda la vida» [Agustín Barahona]