«Si en un país aconfesional empezamos a tener jueces que aparentemente se toman la justicia con poca seriedad o coherencia mal vamos, porque el hazmerreir que ahora somos por todo lo que ocurre en España se elevará a la categoría de guasa mundial.
El delito de blasfemias disfrazado bajo el de ofensas a los sentimientos religiosos es una anacronía con la que o bien hay que acabar o bien hay que equilibrar con el delito de ofensas a la realidad, o delito de ofensas a la ciencia, que en un Estado de Derecho son prelativas a la irrealidad, o al menos deberían serlo.
Tampoco parece creíble que decir ‘me cago en dios y la virgen’, teniendo en cuenta que éstos no se van a presentar a hacer una denuncia por cagarse en ellos, pueda ser protegido por las autoridades de un estado aconfesional ni por grupos que afirmen que dios y la virgen existen sin que aporten la más mínima prueba de su existencia. Al no existir el posible afectado éste no puede reclamar absolutamente nada.
Tampoco parece creíble intentar imputar el tipo penal de incitación al odio teniendo en cuenta que, aparte de que aquí ninguno induce con fuerza a nadie a odiar –que eso es lo que según el RAE significa incitar al odio–, para que pueda ser incluído un acto en dicho tipo penal tienen que darse los siguientes supuestos –entre corchetes mis comentarios y apreciaciones–:
Por lo tanto, ignoro profundamente el motivo por el que el Sr juez ha admitido a trámite una acusación parecida sólo por que alguien diga una vez o cien millones ‘me cago en dios y en la virgen’, expresión que, dicho sea de paso, está en boca de millones de personas diariamente en España desde siempre sin que nadie se escandalice ni denuncie en los juzgados por ello, porque forma parte de la libertad de expresión y de la modalidad interjeccional de tipo emotiva que todos los lingüistas reconocen que jamás hace referencia realmente al referente semántico expresado, pero que aunque lo hiciera tampoco encajaría en el tipo penal, como hemos visto.
Así pues, como español que paga sus impuestos, mientras no se nos explique el motivo coherente y razonable por el que el Sr Juez ha admitido a trámite esta sorprendente denuncia no puedo por menos que considerar malgastados mis impuestos en juegos de creyentes en un país aconfesional que no protege la realidad, vergonzantemente» [Agustín Barahona]
Léase a este respecto:
«Estoy en mi derecho y en mi obligación. Me parece surrealista. Tengo claras mis convicciones», afirma el actor Willy Toledo, que sostiene que sólo declarará ante el juez por insultos a dios y a la virgen María si es detenido. «Cada vez que emites una opinión habrá personas de la opinión contraria que se ofendan. Entonces, ¿cuál es la situación? Yo seguiré diciendo lo que me de la gana», añade.
Voto por la abolición del delito contra los sentimientos religiosos
¿Qué bien jurídico se protege realmente en la «ofensa a los sentimientos religiosos»?
¿Es inviable un «delito contra los sentimientos religiosos»?
Fé de erratas:
En la Constitución, donde pone «derecho a» debe poner «garantía de» para que no jueguen más con nosotros.
«El truco de quienes hicieron perversa la constitución fue poner el tener derecho en lugar de garantizar, porque tener derecho en jurismo sólo quiere decir que nadie te puede negar algo, no que te vayan a dar aquello a lo que tienes derecho.
El problema de Derecho de fondo es que la mención expresa de un derecho ha de ser significativa y pertinente, o si no habría que hacer mención expresa de todos los derechos posibles del ser humano y la lista sería infinita. El hecho de que no se mencione que tenemos derecho a respirar no quiere decir que nos lo puedan quitar, luego si los derechos constitucionales tienen la misma categoría que los derechos no expresos la constitución estaría mal hecha o perversamente hecha, ya que habrían incluído determinados derechos sólo como una parapeto para engañar a los españoles haciéndoles creer lo que no es.
No sé si me he explicado con la claridad suficiente y he justificado la urgente necesidad de tomarnos como una fé de erratas estas imprescindibles modificaciones en la Constitución. O bien la urgente necesidad de hacerla nueva desde el principio, que es lo que sería más justo, fácil y sano.» [Agustín Barahona]