No hay nada más anacrónico y ridículo que un creyente en un mundo donde no hace falta ningún dios para explicar nada.
«Suele haber dos tipos de, por así llamarlos, creyentes: los místicos y los religiosos y sólo los últimos son peligrosos.
Los primeros actúan solos y adaptan constantemente los conocimientos científicos a su percepción de lo esencial incognoscido sabiendo que no es ni será nunca incognoscible por mucho que las limitaciones humanas de diversa índole dificulten su entendimiento; y los segundos son gregarios, reciben lo que la ciencia desmiente a la religión como un ataque personal y apenas lo único que en la vida hacen y que los caracteriza es decir amén a lo que unos manipuladores les digan que es la realidad porque se lo dijo dios mientras se emocionan por ese falso y artificial privilegio que les fabrican ad hoc sus propios charlatanes.» [Agustín Barahona]
«Escuchaba una conferencia expuesta por el genial dramaturgo Albert Boadella acerca del tema catalán por el que un numeroso público le pregunta con interés estos días tan revueltos. Me estaba emocionando progresivamente más y más al escucharle coincidir conmigo no sólo punto por punto en todo nuestro análisis sobre el malhadado fenómeno catalán, sino incluso en cuáles puntos de entre todos son los que son los absolutamente relevantes para caracterizar perfectamente la problemática de modo que en el presente o en el futuro cualquiera pueda comprenderla. ¡Hasta en los ejemplos didácticos que ponemos! :-O Y me emocionaba y sorprendía con creciente estupor porque, aunque siempre lo he respetado y seguido como actor y dramaturgo,… ¡en mi vida he hablado con Albert Boadella ni he seguido su pensamiento acerca del particular!
Parecía como mágico, no sólo por la particular forma de Boadella de contarlo todo, siempre con sanos toques humor adornando el relato –a veces porque lo que contaba era en sí mismo hilarante y a veces porque con un impecable savoir faire él sabía cómo presentarlo así a pesar de ser trágico–, sino porque me parecía excesiva tanta cantidad de coincidencias sin que nuestros pensamientos se hayan podido cruzar nunca… hasta que de repente me dí cuenta de que el fenómeno era muy otro.
¿Qué me estaba pasando?
Intentaré sintetizarlo 🙂
Todas las personas que necesitamos vivir exclusivamente de la realidad –para con justicia y eficiencia criticarla, defendernos de ella y mejorarla– tendemos tanto a documentarla muy crítica y exhaustivamente como a coincidir con el tiempo en nuestro análisis sobre la misma por el hecho tan simple de que la realidad es sólo una y las fantasías, las irrealidades fruto de la ignorancia o el extravío, sin embargo son múltiples y virtualmente infinitas. Por lo tanto, es elemental, ¡no tiene nada de meritorio o mágico el que dos personas coincidan en que 2+2 son cuatro, porque además es muy fácil de demostrar, como tampoco lo tiene el que quien se equivoque en el cálculo lo haga cada vez con un número distinto!
Pero debo decir, no obstante, que después de mi puntual y modesto descubrimiento y reflexión personal volví a concentrarme y seguí emocionándome con el relato inteligente y mordaz de Boadella. Y también, y aún más importante, debo decir que, sobre todo, descubrir que el fenómeno no era mágico no dejaba de hacerlo poéticamente encantador sin quitar ni un ápice a la sensación de alivio que te aporta el ver que, con los años y la pérdida de las ruidosas y a veces espesas nieblas de variada naturaleza que confunden el pensamiento, vas coincidiendo cada vez más y más con personas sensatas que pueden demostrar que lo son y cuya supervivencia depende de la sensatez de no negar jamás lo que es racionalmente innegable.» [Agustín Barahona]
«Queridos catalanes ilusos y engañados:
De verdad, queridos amigos, con la mano en el corazón, no creáis que no os comprendo o no os comprendemos. ¿A quién no le gustaría creer en los contenidos de una desiderata maravillosa? Pero el fondo de la cuestión no es lo que deseamos sino si debemos o no desearlo o si podemos o no confiar en que pueda ser posible. Y para eso sólo puede venir en nuestro auxilio la razón, que es el único mundo donde podemos tomar decisiones. La división nunca ha estado en el camino de la suma ni de la integración funcional. ¡Tot el contrari! Y eso es lo que es independizarse: dividir, restar, desintegrar. ¿Qué otra cosa si no podría ser?
Describir una realidad insultante no es insultarla, es sólo identificarla mediante palabras para poner los medios de ser consciente de ella y poder así conseguir que pueda dejar de ser insultante, queridos amigos. Hay que hacer todo lo que esté en nuestra mano para no extraviar a la gente, por la responsabilidad que, aunque sólo sea como educadores –padres y profesores–, tenemos en nuestras manos. Siento vuestro dolor, el que os arrastró originalmente en vuestra vida a tomar las malas decisiones, como si fuera el mío propio. Y precisamente por eso quiero contribuir a mitigarlo con una dosis de la mejor medicina que existe: la realidad.
No sé si os fijasteis, pero uno de los actos públicos callejeros en favor de la DUI se inició con la canción de John Lenon Imagine para así generar un ambiente emotivo favorable al discurso buenista que luego se iba a dar. Sin embargo para mi resultaba paradójico que un acto en favor de la celebración de un acto violento de separación pudiera ser precedido, como símbolo, de una canción cuya letra habla de la desiderata de la paz y la Hermandad Universal sin Fronteras [!!!]. Las personas que, como educadores, estamos acostumbradas a la necesidad de tomar decisiones correctas para poder mejorar el mundo –humildemente y en la medida en que podamos– nos damos cuenta de inmediato de todas las contradicciones racionales, puesto que de eso depende la posibilidad de elegir realmente con libertad, de tener el conocimiento necesario y entrenado para distinguir lo correcto y completo de lo incorrecto e incompleto de inmediato. Si no nos mantenemos en ese plano de la realidad, donde todo tiene un sentido contrastable, la posibilidad de que alguien se nos lleve tras melodías hechizantes como a los ratones del Flautista de Hamelin es más que posible.
Queridos amigos: Sed racionalistas –con erre–, volved a la realidad. Sé, sabéis, que será ahora muy duro, pero es lo que mejor y más honesto podemos desearos fraternalmente, porque os necesitamos para combatir la tremenda injusticia de este mundo, todos juntos. No les hagáis el juego a los que nos quieren débiles y separados porque saben que es su única oportunidad para sobrevivir en el fango porquerizo en el que viven y al que quieren arrastrarnos.
Sed libres: Conoced la realidad.» [Agustín Barahona]