«Si el populismo es la tendencia política que pretende atraer hacia sí a las clases populares y éstas son tradicional y básicamente los trabajadores fundamentales y las personas más desfavorecidas, aquellas que, por así decirlo, representan la suela del zapato sobre la que la sociedad se apoya y camina, entonces el Partido Popular y sus alter ego y adláteres no deberían dispararse tiros en los pies hablando mal del populismo, así como atribuyendo su presencia donde no hay prueba alguna de que lo haya o, al menos, de que pueda detectado con facilidad, porque, en el mejor de los casos, ese populismo es exactamente lo que ellos aspiran a hacer creer que pretenden conseguir. Todo esto sólo a no ser que pretendan convencernos que que su partido es, como su denominación fundacional declara, «el partido del pueblo», el partido de esas «clases populares». Aunque en honor a la verdad, para ser coherentes de un modo definitoriamente correcto deberían, en pocas palabras y en todos los sentidos, llamarse partido impopular.
Es fascinante lo que, en contraste con su propia realidad y al ser contrapuestos con ella, revelan siempre los nombres que son mal usados. No es lo mismo ser un populista, acepción sin ninguna connotación peyorativa en sí misma, que ser un redomado charlatán. No es lo mismo intentar extender la información y formación acerca de una realidad del modo más eficaz al mayor número posible de personas del pueblo que vender crecepelos o tónicos milagrosos en feria sin siquiera explicar cómo funcionarían presuntamente. Y como siempre hubo grados, para que se hagan una idea de las ironías del tiempo, en la antigua Grecia podía considerarse que los sofistas eran vistos como unos charlatanes en contraste con los filósofos –sobre todo los platónicos–, así que imagínense la caída de nivel de concepto que ha tenido la propia cultura que sustenta los conceptos a través de términos que el tiempo readapta. En la antigua Grecia cualquiera de los políticos charlatanes de nuestro tiempo sólo les habrían hecho (son)reir como quien ve el truco de un mal prestidigitador desde el principio o como si la pretensión fuera la de directamente hacer comedia fingiendo ser un político que no lo es.
El foco de esta cuestión que intento traerles a reflexión, pues, reside y residirá siempre en si la gente a la que se dirigen tanto los populismos como los charlatanismos tiene la formación adecuada para distinguirlos, pues es ahí y no en ninguna otra parte donde reside el peligro. Y por ello, volvemos de nuevo al único y eterno mecanismo redentor real de la sociedad y de su futuro: Educación, Educación y Educación.» [Agustín Barahona]
¿Es cierta la frase de “Es que a los enfermeros españoles se los rifan en Reino Unido (y en el mundo)”?
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