El problema no es que no nos demos cuenta ni que los corruptos no se den cuenta de que nos demos cuenta. El problema es qué hacemos para que tengan que dar cuenta de todas sus fechorías todos los que tienen que dar cuenta y, sobre todo, para que nunca nadie más pueda contar con no tener que rendir cuentas, independientemente de que nos demos cuenta o no.
Hay que contar con dar un cambio sin cuento al sistema con la máxima urgencia.