Consecuencias de la nueva Ley de Seguridad amordazante, que rompe con todas las garantías constitucionales de libertad de expresión e información y genera situación de desamparo jurídico, lo nunca visto:
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No se podrá acompañar a las víctimas de los desahucios porque supone obstaculizar la labor de funcionarios públicos.
No se podrán celebrar manifestaciones en torno al Congreso de los Diputados, el Senado, ni el Parlamento de Andalucía. No importa que desde hace 30 años se esté haciendo a diario y sin conflictos. Vaya a manifestarse donde no estén sus representantes.
No se podrán grabar las actuaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad ni compartirlas en las redes sociales. Si hay violencia policial, debe quedar en la estricta intimidad.
No podrá instalar tenderetes para recoger firmas o repartir propaganda.
No haga reuniones o manifestaciones en lugares de tránsito público. Busque lugares recónditos de tránsito privado.
No pierda el DNI ni dejen que se lo sustraigan tres veces en cinco años porque será multado. Llévelo siempre atado al cuello.
El Gobierno creará un registro de infractores que tendrá unos indeterminados efectos administrativos. Quizá no le den licencia de apertura de su negocio, o le prohíban el acceso a cualquier servicio público.
El Gobierno se reserva el derecho a autorizar, disolver y reprimir un derecho fundamental. Para que los jueces no se entrometan han trasladado las decisiones a la vía gubernativa. Bastará la palabra de un funcionario, un policía o una autoridad para ser multado. Si aún así se empeña, las tasas judiciales le convencerán de que está mejor calladito.
Con esta ley, hecha a la medida del Madrid más reaccionario, de las demandas de Aguirre y las frustraciones de Ana Botella, el Gobierno está tocando el nervio del sistema democrático. No se trata de un debate entre izquierda y derecha sino entre estado autoritario o democrático. Una vez más. Treinta y tantos años después. ¡Qué dolor!
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/12/13/andalucia/1386959479_901006.html
Agustin Barahona: Es tan obvio desde el principio que duele tener que recordarlo a quien ya lo sabe y a pesar de ello ignora por completo la miseria del pueblo español. Como llevo diciendo desde hace años: Sr. Presidente, por encima de la Constitución y del Bien común no pueden NUNCA estar los estados financieros porque es como reconocer que su pueblo no le importa y que usted no es más que un títere de oscuras manos que son las que gobiernan en su lugar. Váyase de este país lo antes posible, porque no creo que nadie pueda perdonarle ni a usted ni a los anteriores presidentes que contribuyeron a esta dantesca situación el que no sea usted simplemente un verdadero presidente ni un verdadero ser humano. Estar vivos no nos convierte en seres humanos, Sr. Presidente, como usted, los de su calaña y sus amos se empeñan en demostrarnos cada día.
José Vítores: No soy español pero me solidarizo con todo el pueblo en estos momentos extremadamente difíciles por los que está pasando y repudio de manera absoluta al actual régimen. Propongo el siguiente experimento: que sería de España hoy en día sin iglesia católica y sin monarquía?
Agustin Barahona: Que no querría al rey ni dios.
Agustin Barahona: Pero incluso así, seguiría teniendo que desaparecer el gobierno de los partidos políticos y de sus amos los mercados financieros. Nos bastamos solos para gobernarnos a nosotros mismos elaborado, votando y controlando nuestras propias normas y valedores administrativos del gobierno elegidos entre especialistas candidados de probada solvencia mediante listas abiertas.
«Hay gentes que son antisistema de estado de bienestar, porque son prosistema de miseria. Es decir, todos necesitan estar en un sistema, unos para el bien común y otros para el común de los males. No hay realmente nadie antisistema o tendría que dejar de existir porque su cuerpo y el universo entero serían para él una tiranía.» [Agustin Barahona]