«La sensación de felicidad no es más que un balance positivo tras un acto de comparación entre los objetivos de nuestra vida y su realización. Por eso cuanto más nos preocupamos de nuestra felicidad más la alejamos, ya que estamos ocupados en una ratio inexistente y no en los factores reales que la generan.» [Agustín Barahona]
«La respuesta corta es ninguno. La explicación es evidente.
La mayoría de los religiosos, en especial los de las así llamadas religiones «del libro», intentan constantemente fingir que todo lo que la ciencia va descubriendo ellos ya lo sabían desde el principio porque su dios se lo había revelado, ya que su dios lo sabe todo (o de lo contrario no podría ser un dios o el dios).
Al principio, cuando en el mundo se sabía muy poco acerca de en qué consiste la realidad y cómo funciona, los religiosos asumían que esas alegadas revelaciones eran hechas directamente por su dios, sin intrincadas adivinanzas que ocultaran lo que se quería comunicar. Pero, según el tiempo ha ido pasando y, gracias a la ciencia, hemos ido conociendo mejor el universo y sus estructuras y entresijos, los religiosos han ido cambiando la versión de los supuestos hechos revelados reeditando y manipulando la naturaleza de esas declaraciones originales por otras en las que han ido disfrazando paulatinamente la situación como pretendidas enseñanzas cada vez más indirectas, según el conocimiento científico avanzaba y ya no se podía asesinar a quien corregía las supuestas enseñanzas de su dios.
Tanto ha sido así que lo que originalmente era considerado como Historia Sagrada, y así se enseñaba incluso en los colegios que enseñaban religión, ahora se maquilla como un supuesto estudio comparado de las religiones que en realidad no existe y que, para los niños, sigue siendo la misma religión, es decir, las mismas doctrinas irracionales, aunque llenas de parches, recortes, tachados, enmendados, ocultaciones, etc, todos disimulados como presuntas malas interpretaciones y supuestas recuperaciones del sentido original que con el tiempo se habían perdido, como si alguna vez se hubieran tenido aunque no exista vestigio alguno de ello. Incluso siguen llamando allí mitología a las otras religiones del pasado, sin aplicarse jamás a sí mismos esa misma clasificación, a pesar de ser evidente el que se trata exactamente de la misma tipología de irracionalidades con vocación de ser diseminadas social y repetitivamente.
Todos estos intentos constantes de progresivo fingimiento cada vez necesariamente más y mas intrincado y enrevesado, como cualquier mentira preparada para sostenella pero no enmendalla, dispuestos para intentar hacer ver que tras ellos sigue estando la revelación dada por un dios omnisciente que desde el principio les ha mostrado que lo sabía todo –aunque los conocimientos supuestos de ese dios omnisciente coincidan casualmente con los de los pueblos pastores de cabras de la Edad de Bronce–, hacen que al final nos demos todos cuenta de que lo tragicómico del tema es que en vez de reconocer simplemente los religiosos que la religion quizá pudo tener alguna utilidad en su momento cuando el ser humano no disponía de herramientas para conocer el mundo y que lo normal en nuestros días sería abandonar éticamente esos cayados ahora que la irracionalidad ya no sólo no sirve en el camino sino que estorba peligrosamente, en su lugar los religiosos prefieren, paradójicamente, ser anacrónicos que se cronifican. Es increíble.» [Agustín Barahona]
Parece mentira que exista gente así. Pero existe.
Un tontolaba es, por ejemplo, alguien que espera inducir socialmente ideas falsas justificándose en que cuanto más atrás en el tiempo nos vamos más y más gente las defendía 😀