«Levantar la voz no es ni malo ni bueno. Simplemente es necesario en algún grado cuando te diriges a alguien que demuestra en alguna medida necesitar un volumen más alto para poder comprenderte, porque, como dice el refrán, se lo puedes decir más alto pero no más claro. Y muchas veces la intensidad parece pulsar botones ocultos, porque funciona» [Agustín Barahona]
Por cierto, levantar la voz cuando es necesario tampoco es una falta de respeto –sea lo que sea lo que eso signifique en este contexto– sino una falta de indolencia o de indiferencia. Las sorderas vitales producen siempre situaciones de incomunicación nefastas y progresivamente deteriorantes, por lo cual conviene detenerlas a tiempo o buscar medios para que el mensaje llegue con la urgencia y eficacia necesarias.